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CREENCIAS QUE MATAN

En la colaboración previa abordamos el postmodernismo que ha vuelto a la nuestra una sociedad tolerante con cualesquiera inconsistencias, convirtiéndonos en clientela ideal para quien desee vender todo tipo de mercancía, por bizarra o falta de sustentación lógica que sea. Productos químicos potencialmente mortíferos se anuncian y expenden como caramelos, y en caso de provocar daños, se hallan bajo la sombra de la absoluta impunidad, gracias a esos lamentables huecos jurídicos que dejan el campo libre a criminales en potencia. Medicamentos que dicen ser lo mismo pero que no lo son, los cuales, es cierto, se venden a precios económicos pero finalmente no funcionan, constituyen un fraude, una burla para el consumidor que tendrá que comprar posteriormente el medicamento en otra línea de productos, haciendo doble gasto.

En fin, siguiendo con algo más de lo mismo, esta semana ha generado enorme controversia en los Estados Unidos un caso que involucra al llamado “gurú” de la corriente New Age, James Arthur Ray. Él es coautor de la obra “El Secreto”, situación que lo llevó a convertirse en multimillonario en un par de años; a raíz de ese éxito fundó una empresa que se anuncia como espiritual y que ofrece “riqueza en todos los aspectos de la vida” e “inmediata prosperidad abundante”, según se anuncia en su página web mediante venta de libros, videos, seminarios, conferencias y campamentos. En uno de estos eventos realizado recientemente en Sedona, Arizona cada asistente desembolsó novecientos dólares por un “Harmonic Wealth Weekend” (fin de semana de riqueza armónica), que incluía una variante de temazcal, con el inconveniente de que las instalaciones no fueron elaboradas con apego a la ancestral técnica indígena ni contaban con autorización del gobierno; se utilizó piedra volcánica potencialmente tóxica al calentarse, y la cámara construida para tal fin fue recubierta en su exterior con un material plástico, lo que llevó a que se concentraran calor y humos tóxicos hasta niveles peligrosos, además de que en un espacio calculado para doce personas, metieron sesenta. Y como era un acto de purificación, a quienes dentro de aquella cámara hermética comenzaron a sentirse mal, no se les permitió salir antes de lo previsto; cuando finalmente se abrieron las puertas, se encontraron con un par de cadáveres y una veintena de personas que terminaron hospitalizadas en los servicios de emergencia, las causas: Asfixia, hipertermia y deshidratación. Los sobrevivientes se quejaron de la falta de compasión de su maestro quien predica justamente la compasión, el gurú no se hizo presente para atenderlos ni para darles una disculpa por lo que era claramente responsabilidad suya. Hace tres días anunció en su página web la cancelación de los restantes eventos del 2009, supongo que por consejo de sus abogados.

Probablemente esta espiral consumista de los últimos tiempos deja al individuo con una sensación de vacío que en ratos no halla cómo paliar; tal vez así se expliquen muchas de las adicciones que se han disparado en fechas recientes. Elementos como el sexo indiscriminado, el alcohol o alguna droga sintética logran, al menos por un rato, desplazar de la consciencia ese vacío; claro, luego viene un vacío mayor, y el círculo vicioso simplemente se acrecienta.

Algunos más, en la búsqueda de elementos que le proporcionen sentido a su existencia, recurren a grupos espirituales dentro de los cuales parecen hallarse cómodos; como todo ello sucede en un escenario consumista, no falta quien detecte en aquella necesidad una potencial fuente de ingresos, se autoproclame gurú, escriba un par de libros acerca de las corrientes filosóficas de moda, y de acuerdo a su personal carisma se abra camino rumbo a una mina de oro gracias a ese liderazgo espiritual del que tantos están hambrientos. Tal es el caso de James Ray quien creó un negocio altamente rentable vendiendo promesas de abundancia a un grupo de consumidores incautos. Trabajó en la línea de “pay for pray” (pagar por orar), uno más de los contrasentidos con visos de charlatanería vigentes en nuestro medio, pero que de alguna manera ignora aquél que ha emprendido una ansiosa búsqueda de un paliativo de emergencia, por el que a la larga llega a pagar un elevado precio, tanto en lo económico como en lo espiritual.

Gurúes que aparecen de la nada para salvar al mundo; prometen a una misma vez riqueza financiera, de relaciones, mental, física y espiritual (frases tomadas de la página web del propio Ray). Atractivas propuestas para personas necesitadas de creer en algo o en alguien; paradigmas que rondan groseramente la urgencia de lo inmediato, esa apremiante necesidad del hombre por emprender viajes más allá de su propia sensación de inadecuación, para acallar ese vacío que le consume. Viajes en ocasiones insustanciales, quizás derivando en una muerte absurda que nunca debió haber sucedido.

maqueo33@yahoo.com.mx

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