Vamos por la vida como por una feria de espectaculares dimensiones con tantos productos en oferta, que nunca acabaríamos de revisar uno a uno a cabalidad; de esta forma es como se nos presentan las distintas novedades científicas y tecnológicas del tercer milenio. Junto con las innovaciones surgen riesgos hasta ahora desconocidos, uno de ellos es el de no concretar un plan de vida personal.
Resulta en verdad asombroso lo que la tecnología nos permite; quienes no nacimos con la computadora personal de alguna manera encontramos limitaciones en nuestro desempeño frente a los artefactos que surgen día con día; por su parte las nuevas generaciones se encuentran en total sintonía con cada innovación electrónica de manera que sacan el máximo provecho de la misma. Un adolescente de estos tiempos no concibe cómo podíamos vivir hace algunos lustros sin teléfono celular o sin conexión a Internet.
No obstante esta oferta tecnológica representa riesgos para el ser humano en su esencia fundamental, de manera que puede perderse y no concretar un proyecto de vida personal sino mantenerse a la deriva como el bañista sobre la playa que se deja tocar periódicamente por las olas que vienen hasta donde él está, retiene por un minuto lo que la marea trae, pero no hace algo con su vida a partir del conocimiento adquirido. Habría entonces que tratar de entender en qué punto se dio esta dislocación entre exceso de información en el exterior y falta de iniciativa en el interior de la persona.
Quienes no tuvimos los elementos de conocimiento tan al alcance de la mano como se tienen ahora desarrollamos más herramientas para buscar y aprovechar una serie de informaciones que necesitábamos para nuestra vida futura. Estábamos acostumbrados a movilizarnos físicamente para localizar esa información en bibliotecas, archivos y demás. Yo todavía me recuerdo en alguna sala de prensa localizando una nota periodística en microfilm, lo que posiblemente me tomó un par de horas encontrar, ahora se ubica en un par de minutos en la red. De ninguna manera pretendo satanizar la tecnología de punta, simplemente trato de entender los cambios socio-culturales que ha provocado en las nuevas generaciones, y proponer estrategias para que el joven sea capaz de desarrollar un proyecto de vida personal al cual asirse con férrea voluntad a lo largo de su existencia.
La educación de los hijos ha cambiado sustantivamente en los últimos cincuenta años, pasamos del sistema familiar dictatorial a lo que va hoy en día, desde una negociación entre las partes hasta una anarquía total; hemos cedido a los hijos una parte del control lo que en muchas ocasiones se revierte en contra de su mismo desarrollo emocional. Como pediatra me ha tocado ver casos en donde el niño de tres o cuatro años lleva las riendas del hogar, ya sea mediante el chantaje, ya mediante la imposición abierta frente a una figura de autoridad de alguna manera menguada. Al llamar la atención del padre o madre respecto a cómo el chiquillo es el que está gobernando, ellos mismos se muestran sorprendidos, tal parece que en una suerte de acostumbramiento dejan de percibir lo grave de tolerar este tipo de actitudes por parte de los hijos. En más de una ocasión he presenciado en sitios públicos lo siguiente: El papá o la mamá dan una indicación al chiquillo de preescolar, y éste les responde con una frase como: "Cállate, estúpido(a)", y por supuesto que no acata la indicación de los mayores; vuelven a insistir los padres y la respuesta es igual o peor por parte del niño, en tanto la de los padres es tibia y complaciente, como dándole por su lado al niño. Es muy lamentable entender que el que esa figura de autoridad se doblegue al capricho del chiquillo, va a provocar un conflicto severo cuando él enfrente el mundo real.
Hasta ahora tenemos un niño egoísta que reconoce poca figura de autoridad, poseedor de gran autonomía desde antes de aprender a caminar, que tiene frente a sí una infinidad de elementos tecnológicos de los cuales hacer uso amplio y sobrado. Estamos frente a un adulto en ciernes que no acata una disciplina, y que está acostumbrado a lograr lo que quiere de forma casi inmediata: ¿Nacerá en su interior un proyecto de vida que tenga que ver con el bien común, un propósito al cual empeñar todo el tiempo y hasta el último aliento?...
Vamos por la vida como por una feria de espectaculares dimensiones, las opciones se antojan infinitas
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