Gracias a un desarrollo mexicano la imagen plana de una toma quedará atrás y los recuerdos familiares podrán ser vistos en tercera dimensión.
Miguel Alcaraz, ingeniero en Sistemas Computacionales de la Universidad Jesuita de Guadalajara, está desarrollando una técnica para que una máquina de impresión de hologramas tenga la capacidad de imprimir fotografías en 3D. Al lado del científico taiwanés Der Kuan Kang, ha logrado obtener cuadros de hasta 8 cm., aunque planean llegar a modelos más grandes para ser utilizados en publicidad.
“En un primer paso, como son casi imposibles de copiar, la principal aplicación de un holograma es para seguridad, a medida que pase el tiempo podrían ser para exhibición, para tarjetas de presentación o para un anuncio”, señala Alcaraz.
De acuerdo con el ingeniero, el efecto tridimensional es construido en nuestro cerebro por factores que pueden ser simulados en un holograma, “los hologramas, a diferencia de la foto convencional, mandan a cada ojo una señal distinta, es la diferencia entre una ventana y una fotografía de la ventana, en la ventana real, si nos asomamos o si nos movemos, podemos ver cosas diferentes”.
Los investigadores aspiran a que la impresión de hologramas en serie sea simple y lo suficientemente barata para ser utilizada en fotografías, empaques, etiquetas o impresiones en revistas, “a largo plazo me gustaría que fuera una impresora como la que tenemos en la casa, pero que sea capaz de imprimir fotos tridimensionales”, comenta el ingeniero.
La impresión de hologramas se hace mediante láser; se graban tres rayos, rojo, azul y verde, en un mismo lugar. Para la impresión se utiliza una emulsión fotosensible, similar a la usada para imprimir una fotografía convencional, aunque para un holograma es necesario que el líquido sea capaz de captar muchos más detalles que en la fotografía.