En tiempos de cambio, quienes están dispuestos a aprender heredarán la tierra, mientras que los que creen que saben se encontrarán hermosamente equipados para enfrentarse
A un mundo que dejó de existir.
Eric Höffer
Si los mexicanos no estamos dispuestos a aprender de las crisis que nos aquejan, en un ambiente de reconciliación nacional y de unidad, la situación política social del país se puede tornar harto complicada, derivando en conflictos sociales inimaginables que harán difícil que el Gobierno "saque al buey de la barranca".
¿Crisis?, claro que sufrimos varias; México se bambolea peligrosamente entre una serie de crisis: la política, por ausencia de resultados del Ejecutivo federal en materia económica y del empleo; la del Congreso, por la ausencia de las grandes reformas que nos inserten con éxito en la competitividad; la de seguridad, que nos trae a todos con el Jesús en la boca. También sufrimos la crisis de salud por el posible brote de influenza A1H1 en la próxima temporada invernal; no puede faltar la de los partidos políticos, en la que la mayor parte de los mexicanos desconfía de la política más cara del mundo y no podía faltar la económica, esa que en opinión de los expertos se avecina.
Pareciese que los mexicanos nos hemos convertido en expertos en aguantar los fuertes ramalazos producidos por las crisis económicas, pues éstas, en los últimos 33 años (desde 1976), han lacerado la hacienda pública con despilfarros y políticas que en vez de resolver los problemas de nuestra economía, debilitaron las finanzas públicas y con ellas las familiares. Recientemente el presidente Calderón anunció que, debido al escenario negativo de las finanzas públicas para 2010, "el Gobierno analiza la puesta en marcha de un plan muy severo de austeridad", solicitando a los líderes partidistas alcanzar acuerdos para el paquete económico 2010.
Al margen de si han disminuido las utilidades de miles de empresas, y el año que se avecina el Gobierno tendrá menos recaudación fiscal debido a la sensible disminución de nuestra economía, o si se desplomaron las exportaciones de Pemex en los primeros cinco meses del año, o si se ha reducido su producción, o si las remesas de nuestros migrantes se han contraído, lo sustantivo del momento político es lograr un gran acuerdo nacional.
Porque ése es el quid del asunto, nuestra alternancia transita sin acuerdos, que más allá de una perspectiva partidista unilateral, fortalezca con las alianzas políticas básicas, con apertura y diálogo al país -más allá del Gobierno en turno-, construyendo un acuerdo hacendario para las próximas décadas.
Eso de que "administraríamos la abundancia" fue un buen sueño guajiro, en los próximos días -antes del 8 de septiembre-, en los que el presidente envíe a San Lázaro el paquete económico, los mexicanos veremos si los partidos políticos se echan la culpa unos a otros de la debacle económica o si con un profundo patriotismo desde el Congreso de la Unión, con un gran oficio y sensibilidad política para enfrentar la crisis, son capaces de construir un acuerdo político-fiscal para salir avantes. La nueva realidad del mundo reclama competitividad y ésta se da más fácilmente si se trabaja en un ambiente de grandes acuerdos y unidad.
Lo anterior me recuerda aquel chiste que le adaptó al Filósofo: "resulta que dos hombres volaban en un globo, como el viento huasteco era demasiado fuerte los saca de rumbo, y no teniendo ni la más mínima idea de dónde se encuentran, deciden descender a unos 20 metros sobre tierra y preguntan a un campesino que trabajaba su labor.
--¿Disculpe, puede decirnos dónde estamos?
--Están en un globo aerostatico -responde ingenuamente el Filósofo.
Los viajantes del globo se entrecruzan miradas y le dicen:
--Su respuesta es correcta, usted ha de ser el afamado Filósofo.
--¡Sí! -responde éste-, y ustedes deben ser economistas.
--¡Efectivamente! -responden los viajeros del globo-, ¿cómo supiste?
--Muy sencillo -dice el Filósofo-, porque tienen una visión mucho mejor desde donde están... y aún no saben dónde 'ingaós se encuentran.
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