Las razones de Aguirre para explicar el por qué del empate en su visita al Almería no dejan satisfechos a los seguidores del club Rojiblanco.
Difícilmente imaginó que la oportuna intervención de Enrique Ramón Pellicer, le hubiera salvado, al menos, un poco su estabilidad con los jugadores del Atlético de Madrid.
Pellicer, jefe de prensa del Aleti, detectó al enemigo en casa. No fueron suficientes los comentarios de los aficionados al club en los portales de internet de los principales diarios españoles que exigen la salida del estratega mexicano.
Habían transcurrido 90 minutos de la igualada a un gol con el Almería. El “Kun” Agüero a borde de cancha recién declaraba a la prensa estar en contra de su técnico: “Este empate no sirve para nada. Pero no quiero hablar porque estoy muy caliente...”
Javier Aguirre llegaba a la sala de prensa del estadio “De los Juegos Mediterranos”, la nueva casa de Hugo Sánchez.
Los reporteros, impacientes por conocer la reacción de Aguirre ante lo dicho por el yerno de Diego Maradona.
“Está claro que Agüero y yo tenemos visiones diferentes del futbol. Yo he visto que hemos jugado bien en la segunda parte...”, apenas alcanzó a decir “El Vasco”, porque Pellicer entró al quite del técnico y terminó la conferencia de prensa.
Las razones de Aguirre para explicar el por qué del empate en su visita al Almería no dejan satisfechos a los seguidores del club Rojiblanco.
Una afición formada con historias como la del capitán José Carballo Cancho, con número de afiliación 10 mil 621, quien durante el mes de julio del año pasado fue la estrella de la nueva campaña de imagen del club.
El capitán narra el drama del pueblo de Kosovo en el que la ilusión por la playera del Atlético de Madrid es la única razón del personaje central, un pastor al que la guerra le quitó todo, en el spot publicitario “Vuelve mi Atleti. El de toda la vida, el que es protagonista en España y en Europa”.
Dicen que el público jamás se equivoca.
A finales del siglo XIX, Nietzsche expresaba sus sospechas sobre el futuro en su obra “Sobre verdad y mentira en un sentido extramoral”, en donde señalaba que la explicación a las cosas podría ocurrir por un poder llamado opinión pública.