La Hacienda Cocoyoc ofrece al visitante un descanso perfecto pues combina lo moderno con lo rústico.
México era un país de grandes haciendas hasta que llegó la Revolución y fueron expropiadas. En aquellas haciendas vivían los terratenientes españoles a todo lujo, mientras que los peones mexicanos lo hacían en rústicas chozas de palma y madera.
Aquellas haciendas han cambiado varias veces de dueño, y muchas fueron olvidadas y el tiempo las destruyó. Pero de las que quedan, algunas han sido reconstruidas y remodeladas, y ahora están convertidas en hoteles y paradores donde los huéspedes pueden disfrutar de una estancia tranquila y feliz.
Dichas haciendas ofrecen toda clase de comodidades en un ambiente campirano, y además de contar con excelentes restaurantes de cocina internacional y mexicana, tienen albercas, biblioteca, salas de juego, y ofrecen atractivos como paseos a caballo por el campo mexicano, ir a los pueblos cercanos a comprar artesanías, y disfrutar de la belleza natural que brinda la campiña mexicana.
En muchas de esas haciendas se practica también la charrería, se hacen fogatas de noche con música de mariachis, buena comida y bebida, y se organizan paseos a lugares cercanos donde hay riachuelos, ruinas arqueológicas y otros atractivos naturales.
Estas haciendas tienen un pasado histórico, bellas flores, acueductos, y algunas hasta campos de golf y canchas de tenis para que los huéspedes no dejen de practicar su deporte preferido.
Una de las haciendas más visitadas es la Cocoyoc, en la ciudad de Cuautla, no lejos de la ciudad de México. Ofrece una vista magnifica de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Cocoyoc perteneció al conquistador Hernán Cortés, quien sembró allí caña de azúcar. Cortés regaló más tarde esta hacienda a una hija de Moctezuma II, emperador de los aztecas.
Cocoyoc es ahora un lugar magnífico cuyo hotel tiene 325 habitaciones, huertas con árboles frutales, salas de conferencia, albercas, campos de tenis y uno de tiro al blanco.
Otras haciendas famosas adaptadas para recibir huéspedes son la Hacienda Vista Hermosa, junto al lago de Tequesquitengo, construida en 1529 también por Hernán Cortés. Tiene un molino de caña de azúcar y está solo a hora y media por carretera del Distrito Federal. En esta hacienda estuvo Emiliano Zapata, donde libró una de sus grandes batallas.
"La Estancia", en el kilómetro 172 de la carretera a Querétaro, es otro hotel-hacienda muy visitado por nacionales y extranjeros. Se dice que esta hacienda le fue regalada por Cortés a La Malinche, su intérprete y amante.
En dirección a San Luis Potosí, nueve kilómetros después de Querétaro, se llega a otra hacienda famosa, la Hacienda Jurica, con grandes jardines, albercas, un excelente restaurante y cuartos cómodos y limpios.
La ex hacienda de San Miguel Regla, junto al pueblo llamado Huasca, cerca de Pachuca, ofrece los atractivos de una hacienda minera, pues hay minas de plata en sus alrededores.
Hay haciendas-hoteles en varias partes del país, y destacan las de Yucatán, Veracruz, San Luis Potosí y Morelos.
Al turista que llega a la ciudad de México y que quiere huir de todo lo que representa una gran urbe, lo más recomendable es que para un descanso perfecto vaya unos días a una de estas haciendas que no están lejos de la gran capital mexicana. Ofrecen la oportunidad de desintoxicarse del smog y las tensiones nerviosas, estar en contacto con la Naturaleza, disfrutar del campo y llevar una vida sana y tranquila.