El moderno restaurante Y Kong, con sus ventanales y sus vistas panorámicas es algo nuevo en París.
París será siempre París con su Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, su Río Sena, la monumental Catedral de Notre Dame, y sus cafés al aire libre desde donde se ve pasar la vida diaria y siempre sorprendente de los parisinos.
París será siempre la ciudad del amor, de la moda, de los nuevos movimientos culturales, de la nostalgia, de sus barrios bohemios y sus callecitas sombreadas por árboles, y sus vendedoras de flores y castañas asadas.
París es todo eso, y es su deliciosa y única gastronomía, sus grandes literatos y artistas, sus Campos Elíseos, su bosque de Boloña, sus viejas casas de antigüedades y de libros usados, de toda la historia y la nostalgia del mundo.
Ése es el París que ha sido siempre, pero ahora parece que la modernidad comienza a invadir a la Ciudad Lux, y se notan los primeros cambios.
La última vez que vi París, como se titula esta columna, lleva el mismo nombre de la magnifica composición de Jerome Kern, porque en mi última visita a esa ciudad única noté los cambios que cada vez se encuentran más.
Por ejemplo, han surgido docenas de los llamados "concept-store", que son grandes tiendas departamentales donde hay de todo. Pisos completos de ropa, muebles, artículos del hogar; pisos de artículos deportivos, libros, cafetería, peluquería y salón de belleza, ropa de la temporada, artículos de belleza y perfume; pisos de aparatos electrodomésticos, computadores y juegos electrónicos, zapatería, ropa para niños y muchas cosas más.
Antes, todas estas cosas se vendían en tiendas modestas y simples, y los servicios al cliente se ofrecían en lugares sólo para los servicios que ofrecían, como peluquerías y salones de belleza. Antes había librerías que sólo eran eso, y tiendas exclusivas de antigüedades, y restaurantes a los que sólo se iba a comer. Pero ahora la modernidad se ha apoderado de París y hay cadenas de estos grandes edificios donde hay de todo, de todo.
París está siendo invadido también por un tipo de restaurantes muy modernos, con vistas panorámicas de la ciudad, comida rápida y de varios estilos. Allí encuentra usted comida francesa, japonesa, china, internacional, lo mismo que cervezas y vinos de distintos países.
Hay también, por supuesto, y aumenta como la espuma, una invasión de restaurantes de franquicia norteamericana de comida rápida: Chicken Fried Steak, Burger King, McDonals, Dunkin Donas, carnes asadas al estilo del oeste norteamericano, barbacoa texana, especialmente preferidos por los jóvenes.
Los parisinos se han ido adoptando poco a poco a esos cambios, pero lo bueno es que no han desaparecido las viejas cosas que hacen de París lo que es: una ciudad única. Y me refiero a lo citado al principio: a sus pequeños cafés al aire libre, a sus barrios bohemios, a sus parejas de enamorados que caminan por las riberas del Sena, a su Torre Eiffel, a su arte y cultura.
París no es ahora tanto lo que era antes para el turista, porque encuentra muchas cosas que hay en sus propios países, pero los buenos turistas buscan y encuentran aún la nostalgia y los recuerdos del viejo París cuando se echan a caminar por sus callecitas apartadas, por sus barrios genuinos, por su gente.
Sí, hay cambios desde la última vez que vi París.
