En el corazón de Nueva Orleáns, la Catedral de San Luis en la Plaza Jackson Square, y carruajes de caballos.
EL BARRIO FRANCÉS DE NUEVA ORLEÁNS
Una de las más bellas e interesantes ciudades de Estados Unidos es Nueva Orleáns, del más puro estilo y espíritu francés.
La vieja ciudad está igual a como la conocí hace más de diez años, cuando fui por primera vez, aunque ahora todavía devastada por los efectos del huracán Katrina, pero en plan de recuperación total.
A cinco horas de Houston, por una carretera que al entrar a Louisiana tiene puentes sobre el agua, y largos tramos que cruzan marismas y manglares, llegamos a Nueva Orleáns poco después de mediodía, para hospedarnos en el hotel Ramada Inn, a poca distancia del Barrio Francés.
Este barrio, conocido también como Vieux Carré, es legendario, mágico y lleno de contrastes. La mayoría de sus edificios son de madera con balcones y adornos de herrería que parecen un fino encaje. El corazón del barrio es la catedral de San Luis frente a Jackson Square.
En dicha plaza hay artistas que hacen retratos y dibujos, bandas de jazz, saltimbanquis y mimos, pitonisas y adivinadoras de la suerte y del futuro según leen las cartas, la baraja, o atisban en una bola de cristal. Todo ahí es alegría y bullicio, y la gente camina arriba y abajo o en carruajes tirados por grandes caballos adornados con flores.
Todo el espíritu del Sur de Estados Unidos está ahí, porque Nueva Orleáns descansa a orillas del Mississippi, el río padre por el que navegan grandes barcos de vapor impulsados por una rueda en la popa. Frente a la ciudad está Algiers, con sus grandes casinos, y más al sur el lago Pontchartrain.
En el Barrio Francés está el Callejón de los Piratas, donde vivió Jean Lafitte y su hermano Pierre, que primero se dedicaron a la herrería, luego a la venta de esclavos, y después asolaron el Golfo de México como corsarios apoderándose de la riqueza de los navíos españoles.
El Barrio Francés está integrado por trece calles de largo y seis de ancho, y todas tienen nombres poéticos: Bourbon, Burgundy, Royal, Decatur, Chartres, Ursuline, Iberville, Dumaine y Rampart. Esta última calle queda junto al cementerio de San Luis donde está la tumba de Marie Leveau, la reina del vudú en Nueva Orleáns. Murió hace muchos años pero se le venera aún, y cada sábado los brujos de la ciudad se reúnen ante su tumba para invocar sus poderes y rendirle tributo.
En Nueva Orleáns vivieron algunos de los más famosos escritores norteamericanos como Tennessee Williams que escribió ahí su famosa obra "Un Tranvía Llamado Deseo", Truman Capote, William Faulkner, ganador del Premio Nobel de Literatura, y Ann Rice, la autora de "Entrevista con el Vampiro" y otras obras de horror.
De noche se suspende la circulación de vehículos en el Barrio Francés. La gente comienza a animarse. A cada paso hay un bar con muchachas topples... En algunos balcones bailan muchachas que, al grito de los que se reúnen frente a esa casa, se levantan la blusa para mostrar sus senos. La aprobación del público es premiada con collares de fantasía que les avientan. Al final de la noche la que haya reunido más collares será coronada "Reina de la Alegría".
Todo el mundo trae en la mano un vaso de plástico con cerveza u otro licor. De cada puerta salen las notas alegres del jazz. En cada esquina hay puestos de "perros calientes" con la forma de un hot dog gigante. Comemos uno y coincidimos en que está delicioso.
Cae la noche sobre el Barrio Francés, las luces de las viejas farolas se encienden, y la alegría del jazz comienza a sentirse con mayor fuerza. La noche es cálida pero del río llega una brisa fresca. La gente se anima para comenzar una larga noche de diversiones sin fin.