Típico grupo de mariachis en Guadalajara. Atrás, la catedral de la ciudad.
GUADALAJARA, LA QUE HUELE A TIERRA MOJADA
Guadalajara, a quien el pintor musical de México Pepe Guizar cantara "tienes el alma de provinciana, hueles a pura tierra mojada", es en la actualidad la segunda ciudad más grande de la República Mexicana, y se la llama "la mayor pequeña ciudad de México", porque ha sabido conservar su provisionalismo y su sencillez.
En Guadalajara nació el tequila, el jarabe tapatío, los mariachis, el charro mexicano, y posee el mejor clima de nuestro país, con una temperatura media de 20 grados durante todo el año.
Guadalajara es una ciudad de parques y monumentos, de plazas frescas con bonitas fuentes, edificios encantadores, patios llenos de flores y vistosos trolebuses que se deslizan sobre neumáticos, y calandrias tiradas por caballos para recorrer lentamente la ciudad.
Fue fundada en 1532 por Nuño de Guzmán, aunque reconocida por la corona española hasta diez años más tarde. Su universidad es tan famosa, que a ella asisten estudiantes de lugares tan lejanos como el sur de Texas, Canadá y países centroamericanos.
El centro urbano de la ciudad es el corazón de la misma, y allí está su hermosísima catedral con su pináculo de tejas amarillas, y una mezcla de estilos que van del neogótico al barroco y al neoclásico. Está rodeada de cuatro plazas, y del edificio de la Presidencia Municipal, la Rotonda de los Hombres Ilustres, con columnas dóricas y donde están enterrados los hombres más insignes de Jalisco.
También, en esa misma zona está el Museo Regional, con salas dedicadas a la arqueología, la historia del virreinato, la pintura y la geografía. Al sur de la Catedral está Plaza de Armas, donde antiguamente se hacían las ejecuciones públicas, y que hoy es el centro de la vida social del pueblo, y donde jueves y domingo se ofrecen conciertos populares. Otro gran atractivo de esta área es el teatro Degollado, cuyo interior impone por su decoración en terciopelo rojo, ornamentaciones doradas y un techo donde hay pintadas escenas de "La Divina Comedia" del Dante.
Digno de visitarse es el Mercado Libertad, conocido también como de San Juan de Dios, debido a su cercanía a dicho templo, donde se vende de todo, desde hierbas medicinales, alimentos frescos, artículos de artesanía y productos indígenas de la región como importados del extranjero. La fabricación a mano de ropa par mujer, con ricos bordados y adornos, tiene una gran demanda.
En Guadalajara hay que comer algo de su rica cocina, como la birria, el famoso pozole, los atoles, los champurrados, el pollo a la Valentina, el caldo miche, el pipián de almendra, los tamales de ceniza y el refrescante tepache. Y por supuesto, algo de lo más popular, típico y sabroso, sus tortas ahogadas, exclusivas de la ciudad.
Al llegar a Guadalajara, compre el semanario en inglés "The Colony Reporter", que le dirá qué hacer y adonde ir en la ciudad.
Cerca de Guadalajara hay varios lugares que no deben dejar de visitarse: Tlaquepaque y Ajijic, en la misma ruta, y donde viven muchos norteamericanos pensionados, y el Lago de Chapala.
En esta bella ciudad del centro del país se respira un ambiente de historia, de cultura y de tranquilidad. Sus mujeres están consideradas como unas de las más bellas de México, y su típica música de mariachis como la más representativa de nuestra identidad.