TRAPEAR CON SANGRE PARPADEO FINAL
Imaginemos a un lagunero A (con camiseta del Santos, bermudas, chanclas y generosa barriga) conversando con un lagunero B (tan fregado como el A pero con ganas de ser cherri, camisita rosa, pantalón de vestir, zapatos de los puntiagudos) en los linderos del sector Alianza. A le dice a B: "¿Escuchaste la balacera de anoche?", B responde "no pos llegué cansado del jale, me dormí y no supe nada... pero qué tal aquella del martes". B hace una mueca de desdén y sentencia: "ninguna como la que cayó el día del cumpleaños del Palapo". A se cuadra y asiente: "No, ni hablar, ésa sí estuvo de película, yo andaba a una cuadra y sí sentí pasos feos". Bueno, repitamos esta conversación con sus variantes de intensidad y drama en todos los sectores de la ciudad sin distingo de clases sociales ni sexo. Porque, seamos francos, de qué otra cosa se puede hablar. Justo esta frase fue tomada como título para la exposición de Teresa Margolles en la bienal de Venecia de este año. La mentada Bienal es, digamos, como los oscares de las Artes Visuales. Ahí va la crema y nata de la artisteada mundial, lo más selecto de la vanguardia aderezado, claro, con yates y tumultos de celebridades y público variopinto. Margolles, que representa a México, hace fregar los pisos con agua y sangre de personas asesinadas en ajustes de cuentas de narcos. Quien visita su exposición debe caminar sobre la sangre de los muertos. Hace joyería con pedazos de vidrio de parabrisas rotos a balazos. Margolles no es nueva en estos asuntos de lo macabro y con el colectivo SEMEFO hizo algunas piezas que ya son leyenda en el ambiente de las artes plásticas: un carrusel con caballos muertos, moldes de cadáveres, e incluso vaporizo agua con la que se lavan los cuerpos para que el público los respirara. Los más sacados de onda gritarán ¿eso es arte? Pregunta que seguro la Margolles ha escuchado miles de veces. El arte no existe más que en los ojos del espectador y el deslave de los que se creyeron valores universales da lugar al cuestionamiento y en la tierra de nadie, sí, todo puede ser arte. Esto es bueno en tanto que los discursos del arte como tótem sagrado suelen ser abusivos y malo porque en la especulación sin fin quedan más preguntas que respuestas y lo evanescente sólo puede ser expresado en términos de la moda. Me detengo aquí y vuelvo sobre Teresa Margolles. La primera vez que vi una obra suya me impactó. Era la ropa ensangrentada de gente asesinada, y entre las prendas había algunas de niños. Impresionante. Uno no quiere toparse de frente con la muerte, que, aunque es nuestro puerto, no deja de ser ominosa. El mundo actual saca la muerte de la jugada y el que la trae a colación es mal visto. Las paradojas se suman: uno puede ver mil asesinatos en la tele pero ante la sangre real todo cambia. Supongo que lo que hace Teresa Margolles es cruzar el puente entre la representación y la realidad. El arte suele ser un teatro, una metáfora, alude, envuelve. Hay ciertos autores que renuncian a esto y de plano cachetean al público. Nueva paradoja: no nos gusta el trato rudo, pero amamos el escándalo. Así que aquéllos que tocan lo escabroso con desparpajo se ven bendecidos con la polémica que no es sino la forma más deseable de publicidad. En fin. Con esta pieza en la Bienal de Venecia, nuestra violencia cotidiana se vuelve arte. Curiosamente, aunque hay un montón de artistas en Torreón ninguno se atreve a hablar de lo que todos vemos. Es razonable, todos tenemos miedo. Parece que hay que ir a Venecia para quejarse abiertamente. Hombre, que si es una buena idea. Supongo que en una góndola las cosas se ven de otro modo. Pero bueno, lo más cercano a Venecia que tengo es el canal del tajito así que, al igual que la mayoría, me toca apechugar todo este desbarajuste que nos tocó vivir. Ni hablar del peluquín, dijo mi abuelo.
He cometido tantos errores, que debo reconocer, como deber moral, que los apuros que vivo se deben a mi desgarriate mental. Me retracto de lo que he sido. Ya empecé. Ahora falta que este salmo lo repitan todos los de la Selección Nacional. En un ratito juegan. Tú que ya lees esta columna, sabes si somos hombres o gusanos.
Ay el futbol. Cuánto sufrir.