A diario Julieta Benítez recorre las calles del Centro Histórico ofreciendo sus donas.
Esfuerzo / A sus 72 años sostiene a dos hijas enfermas. Día a día se esfuerza para salir adelante.
Durango. Es viuda y tiene 72 años de edad, vende donas de lunes a sábado en el Centro Histórico para poder mantener a sus dos hijas enfermas; gana en promedio 25 pesos diarios y cuando bien le va 50 pesos, cantidad que le alcanza para apenas tener una raquítica comida diaria.
Ella se llama Julieta Benítez y de vez en cuando se sienta en las bancas de la Plaza de Armas a recuperar energías para luego seguir recorriendo las calles ofreciendo sus donas, actividad que la mantiene viva a ella y a sus hijas.
Su rostro y sus manos lucen arrugadas, el tiempo y el sufrimiento no han pasado en valde, en el hablar no puede ocultar la experiencia que tiene, mientras que su caminar es lento, pero sin titubeo sabe que tiene una gran responsabilidad sobre sus hombros y eso la hace seguir adelante.
Para cubrirse del sol se pone la cachucha que le regalaron del Municipio, siempre trae su crucifijo y las llaves de su casa colgados al cuello; su bolso de mano lo lleva al brazo.
La anciana tiene su domicilio en la calle Durango 407, de la colonia Morga, donde tiene una hija de 37 años, quien más joven se enfermó de poliomielitis y ahora es como una niña a la que tiene que bañar, alimentar y cuidar como tal.
Vida complicada. Dice que a otra de sus hijas “se le envenenó la sangre”, debido a una enfermedad que sufrió en las anginas, lo que la mantiene postrada en cama y sin posibilidad de trabajar como lo hacía antes.
A las dos las tiene que mantener con la venta de sus donas, pero con lágrimas en los ojos plática de su impotencia para comprar medicinas a pesar de que se esfuerza todos los días al levantarse temprano a cocinar el pan y recorrer las asoleadas o frías calles a diario.
“En mi casa no sabemos lo que es comer un caldito de pollo, un caldito de res, somos muy pobres y ya hasta pedí apoyo del programa Oportunidades hace un año; es más, fueron a mi casa a ver si realmente lo necesitaba pero todo quedó en eso”, platicó.
“Me esfuerzo por sacar adelante a mis hijas, pero todo nos falta en casa, siempre tenemos lo justo para pagar la luz, el agua, el gas y me da tristeza cuando veo pasar a los políticos en sus lujosos vehículos, como si no les importara la gente para la que trabajan”, agregó.