El día de ayer se celebró el cuarenta aniversario de la primera emisión de un programa televisivo que ha marcado a varias generaciones de chiquillos; y que representa el triunfo de la imaginación, la osadía y la inteligencia sobre la rutina, lo seguro y lo-de-siempre. Hace cuarenta años hizo su debut Plaza Sésamo en la televisión norteamericana. Bueno, allá no es plaza; es Calle Sésamo. Pero para el caso. En México la serie se estrenó en 1972. Ahora parece muy obvio que los niños de edad preescolar pueden aprender más, mejor y con mayor rapidez si los maestros son monos de peluche con temperamentos definidos. Pero cuando Jim Henson diseñó un programa con esas bases, más otro de mero entretenimiento ("Los Muppets"), sobró gente que lo tildara de loco. La televisora pública de Estados Unidos, la PBS, decidió darle una oportunidad. Nunca se arrepintieron. Desde un principio el programa fue un éxito entre la comunidad mocosa que apenas estaba perfeccionando los rudimentos del lenguaje y el pensamiento concreto. Y de más está decir lo encantadas que estaban muchas madres, que podían sacudirse la tutela de los críos durante lo que duraba la emisión. Aunque el programa ha venido cambiando con los años, su encanto permanece entre las nuevas generaciones. Lo que indica que los chavos actuales no son tan distintos de sus predecesores sino hasta que se malean con computadoras, videojuegos y otros engendros del demonio; lo que viene ocurriendo por ahí de los siete años.
¿Cuál es el secreto del éxito y la permanencia de Plaza Sésamo? Por un lado, que sus personajes son entrañables, y los niños se identifican con ellos, independientemente de la década de que se trate. ¿Quién no quiere a un monstruo azuloso cuya vida gira en torno al comer galletas? ¿Quién no simpatiza con el grandote inocente y torpe, como siempre parece ser Abelardo, ese pajarote amarillo? ¿Quién no quisiera una amistad como la que se profesan Beto y Enrique? ¿Y qué desalmado le enterraría una estaca en el corazón al Conde Contar, cuya manía no es hemofílica sino matemática? Por otro lado, pese a mantener la base original, Plaza Sésamo procura actualizarse, introduciendo temas que tienen que ver con la sociedad cada vez más compleja en la que tienen que vivir los niños. Tópicos relacionados con el racismo, la tolerancia a los distintos y el diálogo antes de recurrir a los golpes, se han venido desarrollando en las distintas versiones que hay en los más diferentes países. En todo caso, ¡feliz aniversario, Plaza Sésamo! Aunque ya estábamos muy grandecitos para verla, no podemos sino recordar las caras de atención y goce de hermanitos, vecinitos y primitos. Algunos de los cuales, hasta eso, se lograron, se lograron.
