La semana pasada, en la cumbre de una montaña situada a más de dos mil metros de altura en la isla de La Palma, en el archipiélago de las Canarias, fue inaugurado el telescopio más potente y moderno del mundo. Los reyes de España estuvieron a la mano para darle su corte de listón al llamado nada originalmente el Gran Telescopio de Canarias.
El juguetito costó 104 millones de euros, un 90% de los cuales salieron de las arcas españolas. Pero también hubo, y aquí está lo interesante, contribuciones de universidades norteamericanas y mexicanas, en específico de la UNAM. Así que la ciencia astronómica de nuestro país tendrá vela en los entierros que ejecute esa maravilla de la ingeniería.
Que, por lo pronto, será el objeto más avanzado para rastrear el espacio desde la superficie de nuestro planeta. Su espejo de 10.4 metros de diámetro será capaz de enfocar la luz de estrellas muy distantes, con una potencia equivalente a la de cuatro millones de pupilas humanas.
Sí, ya sé que es uno de esos datos totalmente inútiles y que confunden más de lo que explican. Pero me encantó la imagen de dos millones de pares de ojos pelones viendo al cielo.
Algunos se preguntarán ¿por qué poner un aparato tan costoso y sofisticado en la punta de una montaña situada en una isla frente a la costa de África? Pues porque los grandes telescopios deben estar ubicados en lugares alejados de las ciudades, para que los reflejos de la luz artificial no afecten las observaciones. Y mientras más alto se encuentren, es menos lo que la atmósfera puede distorsionar las imágenes. Allá arriba sí puede encontrarse, como diría Alfonso Reyes, la región más transparente del aire. De hecho, hay telescopios sobre grandes volcanes en Chile y Hawaii.
Que México ande metido en este proyecto no nos debería de extrañar. La astronomía ha sido una de esas ciencias que, pese a trabajar con las uñas y con presupuestos risibles (muy inferiores a lo que se chupan los parásitos diputados, por ejemplo), le ha dado fama y prestigio al país. Que esos logros se difundan menos que las metidas de pata de los ratoncitos verdes del Vasco Aguirre, es una de esas horrorosas injusticias de las que está salpicada la vida de esta nación.
El Gran Telescopio de Canarias no detentará el título del más poderoso durante mucho tiempo. En otras partes del mundo se están construyendo varios gigantescos aparatos ópticos que lo dejarán atrás en esa categoría. Sin embargo, ahí queda el dato de que México tuvo que ver con ese titán.
Y a ver si eso ayuda a darle más atención y dinero a la investigación científica, que nada más no aparece en las nebulosas mentes de nuestros políticos… y por ello tanta gente valiosa emigra y somos tan improductivos.