El día de hoy, representantes de los países miembros de la Organización de Estados Americanos se reunirán en Honduras, y todo parece indicar que, por primera vez en mucho tiempo, las usualmente soporíferas sesiones se pondrán animadas. Y todo porque habrá un tema de discusión relativamente importante: si se levanta la suspensión de ese organismo intergubernamental que pesa sobre Cuba desde 1962.
Efectivamente: en el marco de la Guerra Fría, después del desastre de Bahía de Cochinos, con Castro arrimándose cada vez más a los soviéticos, y luego que el barbón había proclamado el carácter "marsitaleninita" de la revolución, Estados Unidos maniobró para que la OEA suspendiera la participación de Cuba en ese organismo. Alegaba (no sin razón, como luego se comprobaría) que Castro trataba de propagar la subversión comunista en el vecindario. La OEA le siguió el juego a Kennedy y todos (con la sola excepción de México) rompieron relaciones con la Cuba de Castro.
Con el paso del tiempo, las cosas se normalizaron, y los países latinoamericanos fueron restableciendo relaciones con
Pero sigue existiendo la suspensión en la OEA. Y quizá el día de hoy los estados miembros voten por levantarla. Lo cual puede convertirse en un problema mayor de lo que parece.
Y es que, desde 2001, existe una "cláusula democrática" para pertenecer a la OEA. Según ella, para ser aceptado por la organización, un país debe tener elecciones libres, con equidad y pluripartidistas. Así, aunque se le levante la suspensión, el reingreso de Cuba no es automático, dado que ni de chiste cumple con las condiciones planteadas hace ocho años.
Por supuesto, hay tres salidas a esa situación: una es que Cuba ni siquiera solicite su reingreso, para no pasar vergüenzas; otra es hacerse loco y permitir que la última dictadura de América se siente entre países que hemos sudado sangre para acabar con los gobiernos autoritarios; o bien, exigir que el caduco régimen de los decrépitos barbones dé pasos en firme hacia cambios democráticos en la isla bella. ¿Cuál le gusta? ¿Cuál cree que ocurra? Hagan sus apuestas, señores.