Para el recuerdo. Gobernantes de los países industrializados y economías emergentes: Grupo de los 20 (G-20).
MONTREAL, CANADÁ.- De la cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) en Londres la semana pasada salieron "más deseos que hechos", con la excepción del compromiso de dar 1.1 billón de dólares al FMI, consideraron observadores.
El primer ministro canadiense, Stephen Harper, dijo antes de la cumbre del G-20 que "si algo deben hacer los lideres, es sobreactuar", pero para el diario Star de Toronto eso no sucedió y "bajo el estándar de Harper la cumbre se quedó corta".
Analistas canadienses coincidieron que de esa cita, salvo en las promesas de elevar el financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que hubo fue "congratulaciones" de lo que los países habían hecho en materia de estímulos para reactivar las economías.
El profesor de economía Charles Wyplosz, director del Centro de Estudios Bancarios y Monetarios de Ginebra, Suiza, afirmó que lo del FMI fue "el lugar iluminado" del G-20, pero agregó que no se aclaró "quién pondrá el dinero" y por lo tanto "hay razones para temer que esos capitales no serán reunidos".
Otros críticos, en Canadá y Europa, subrayaron que por la oposición de Estados Unidos no se acordó, como querían Francia y Alemania, un organismo regulatorio internacional para el sector financiero, "con garras" como para imponer disciplina.
Se dejó en manos de los países el proceso de imponer mayor supervisión, transparencia y disciplina en el desregulado "sistema bancario oscuro" que llevó a esta crisis financiera, en los fondos especulativos y las agencias de cotización del crédito.
Y hay muchas dudas a si funcionará el plan del presidente Barack Obama para salvar el sistema financiero, que evade la nacionalización de los bancos insolventes, algo que analistas consideran una medida inevitable.
Se cita, en Europa, la Ley del Parlamento alemán que permite "la nacionalización forzada de bancos por un período especifico de tiempo", adoptada el viernes para el caso del Hypo Real State Holding AG, pero que podría tener un mayor alcance.
En el caso de los paraísos fiscales, uno de los jueces que han tratado de "romper" el secreto bancario en esos países, el juez de Instrucción francés Renaud Van Ruymbeke, dijo que en ese tema el G-20 sólo hizo una "declaración de intención".
"Veremos si (esta declaración de intención) es seguida de medidas concretas sobre la transparencia y las sanciones. En tanto que practicante, yo sólo creo en lo que veo", dijo Van Ruymbeke.
Tampoco hubo coordinación de las políticas fiscales para aumentar los estímulos, y el economista Wyplosz agregó que la coordinación era esencial "porque cada Gobierno tiene buenas razones para estar preocupado" sobre el aumento de sus déficits y deudas fiscales.
"Sirven las promesas de tomar medidas más tarde, pero las palabras son insuficientes y la ventana de oportunidad se cierra rápidamente por la tardanza en el efecto de las políticas", señaló Wyplosz (www.voxeu.org).
En el terreno del comercio se habló de libertad mientras se imponen restricciones, apuntó Tim Armstrong, ex viceministro de Industria de la provincia de Ontario, como con los enormes subsidios que se están otorgando a las industrias automotores.
Armstrong recordó que EU y Canadá darán ayuda a General Motors y a Chrysler, y que los fabricantes de automóviles recibirán 48 mil millones de dólares en subsidios, de los cuales 42.7 mil millones en los países ricos.
Para el economista Wyplosz "el proteccionismo es casi irresistible cuando millones" pierden cada mes sus empleos y pone en duda la validez de pedirle a la Organización Mundial del Comercio que vigile el proteccionismo: 'es una buena idea, excepto que la OMC ya hace eso y que nadie la escucha".
Para este investigador de Ginebra "la mejor protección contra el proteccionismo" es un rápido retorno al crecimiento económico, lo que "nos trae de vuelta" a la cuestión de las acciones de política fiscal para estimular las economías, de lo cual sólo salieron buenas intenciones en la cumbre del G-20.