La segunda visita a México en calidad de presidente del país más poderoso del mundo, Barack Obama dejó una buena impresión. No, ciertamente, por el aparato de seguridad que lo rodeó, que era impresionante y le hizo la vida de cuadritos a la población de Guadalajara. Pero sí por algunas señales, simbólicas y no tanto.
Alguna gente cuestiona la utilidad de las llamadas “cumbres”: les suena a que son mucho ruido y pocas nueces. Y sí, con frecuencia se echan de menos anuncios espectaculares o decisiones trascendentales. Pero el simple conocimiento personal entre los primeros mandatarios puede pavimentar muchos caminos llenos de baches. En política como en la vida cotidiana, uno nunca sabe cuánto valor tendrá en el futuro el llevarse bien con alguien.
Más allá de las simpatías personales, Obama supo manejar la imagen que proyectan los Estados Unidos a una región del mundo a la que se había manejado con gran negligencia: América Latina. Durante los lastimosos ocho años de la Administración del segundo Bush, nuestro subcontinente era visto como Dios ve a los conejos: chiquitos y orejones. No había mucho interés en lo que pasara o dejara de pasar en el vecindario Sur del Imperio.
Obama ha decidido cambiar ese estado de cosas. No de manera fulminante ni mucho menos. Pero hay indicios de que Estados Unidos va a cuidar mejor la relación con sus vecinos.
Por supuesto, hay agravios y asuntos no resueltos en abundancia. Habrá que tener paciencia. Al menos Obama ha mostrado cierta sensibilidad hacia los temas que más preocupan a Latinoamérica. De ello dio al menos dos muestras en la reciente cumbre de Guadalajara.
Sabiendo que el asunto de la migración ilegal a los Estados Unidos es un tema muy delicado y que interesa en gran medida tanto acá como allá, Obama prometió que le hincará el diente al asunto a principios del próximo año. La fecha es interesante: no se trata de año electoral, así que no tiene que prometer una cosa y hacer la contraria, como suele ocurrir en tiempos de campaña. Además de que, para entonces, ya debe haber salido la legislación de seguridad social en la que ha enfocado todas sus baterías. Y contará con una fuerte mayoría demócrata en ambas cámaras del Congreso. El asunto pinta bien.
Por otro lado, Obama le pegó un soplamocos a quienes han exigido una intervención norteamericana más vigorosa en Honduras. Alegó que quienes demandan esa intervención son los que siempre se andan quejando… del intervencionismo yanqui. Para acabar pronto, los llamó hipócritas… lo que ningún presidente americano había dicho con todas sus letras, hasta donde recordamos.
Además, andar metiéndose en problemas para defender a un personaje como Manuel Zelaya, la verdad… ni la saliva que se gasta.