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Davos confuso

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Davos es exitoso porque es único.

No lo podrías inventar y ciertamente

no lo podrías replicar hoy.”

Richard Quest, CNN

¿Por qué Davos? ¿Por qué miles de hombres y mujeres distinguidos en sus campos de actividad dejan cada año a fines de enero sus hogares para realizar una peregrinación a un poblado de 11 mil habitantes en los nevados montes de Suiza? No lo hacen para esquiar. De hecho, pasan cuatro o cinco días sufriendo vejaciones de guardias de seguridad, resbalándose en la nieve y ocupando cuartos de hotel por los que pagan 500 por ciento más de lo habitual?

Cada quien tiene una respuesta. Los políticos y empresarios pueden reunirse en unos cuantos días con colegas de todo tipo. De no aprovechar que están todos juntos tendrían que hacer una multitud de viajes para tener contacto con todos ellos. Son muchos los negocios y proyectos que se siguen iniciando en el Foro Económico Mundial.

Muchos aprovechan las mesas de debate y discusiones simplemente para escuchar y aprender de los más notables académicos, empresarios y políticos del mundo. Ir a Davos es como regresar a la universidad. Para un periodista, por otra parte, es una fascinante oportunidad para escuchar de viva voz a los protagonistas de la historia.

Si bien el Foro empezó en 1971 como una reunión informal de una treintena de profesores y empresarios europeos, con el tiempo se volvió un escenario histórico. Ahí se firmó en 1988 la Declaración de Davos que evitó una guerra entre Grecia y Turquía. En 1989 Corea del Sur y del Norte tuvieron su primera reunión ministerial. En 1990 Jaime Serra Puche, secretario de Comercio de México, le comunicó a Carla Hills, representante comercial de los Estados Unidos, el deseo de México de establecer un Tratado de Libre Comercio con la Unión Americana. En 1994 Shimon Peres, entonces ministro del Exterior de Israel, y Yasser Arafat, presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, lograron un acuerdo sobre Gaza y Jericó y se dieron la mano en público.

Davos es también un lugar para ver y dejarse ver. No sólo asistieron este año 41 jefes de Gobierno y de Estado, sino cientos de altos funcionarios, empresarios, académicos, periodistas e incluso estrellas de rock. Ahí estaban el músico de rock Peter Gabriel, el fundador de Google Larry Page, el presidente y creador de Facebook Marck Zuckerberg, el historiador escocés Niall Ferguson, el fundador de Microsoft y hoy filántropo Bill Gates, el agudo periodista de Newsweek Fareed Zakaria, el químico y Premio Nobel mexicano Mario Molina, el escritor brasileño Paulo Coelho, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y muchísimos más. Cada vez que uno se sienta en una mesa del Foro y se presenta al vecino se encuentra a un personaje notable en su país o su especialidad. Y acuden puntuales (aunque esta vez sólo pudieron llegar a Ginebra) los globalifóbicos que cada sábado de Foro se enfrentan a la Policía suiza a sabiendas de que las imágenes serán transmitidas por las televisoras de todo el mundo.

A veces los mensajes que surgen de Davos son confusos porque, en realidad, no hay unidad de ideas o criterios en el Foro. Mucho se ha dicho este año que el extraordinario pesimismo de los participantes es una forma de compensar el exagerado optimismo de los años anteriores. Y la explicación suena bien, sólo que en el pasado inmediato, además de las voces optimistas, hubo siempre opiniones negativas que advertían de los riesgos de una recesión.

La memoria siempre es selectiva. En este 2009 Davos será recordado por la decisión del primer ministro turco, Recep Taiyip Erdogan, de ponerse de pie y salir airado de una sesión plenaria en que participaba el presidente israelí, Shimon Peres. Pero casi nadie sabrá que, inmediatamente después, Peres llamó telefónicamente a Erdogan, quien no sólo le tomó la llamada sino aceptó que el incidente no afectaría la relación entre los dos países. El Foro de 2009 ha estado marcado por la preocupación sobre una recesión que cada día se vuelve más virulenta, pero quizá no se preste atención a la falta de comprensión de los propios gobernantes sobre la naturaleza de la crisis.

No todo en Davos es economía y política. Muchas de las sesiones tienen que ver con la ciencia, la religión, la filosofía, la literatura y el arte. Este año, por ejemplo, asistí a una cena-conferencia titulada “Lecciones de liderazgo del Macbeth de Shakespeare” de Richard Olivier, hijo de Laurence. A mí el tema me pareció fascinante. Pero Gideon Rachman, columnista del Financial Times, escribió que sólo había aprendido que “es mala idea matar a tu jefe… y cuidado con tu esposa si es mandona.”

Pero así es Davos. Hay un poco de todo para todos y cada participante interpreta las cosas como quiere. Además, pienso que es bueno que así sea.

NOMÁS PA’ VER

¿Por qué no bajamos la tasa de interés para impulsar el crédito, la inversión y la recuperación económica? Suena bien. El resultado, sin embargo, ha sido una nueva devaluación del peso, que este 30 de enero llegó a 14.48 por dólar. La depreciación vuelve más caras las importaciones, disminuye las utilidades en divisa extranjera, genera incertidumbre y desmotiva la inversión productiva. Por otra parte, nadie invierte en una crisis sólo porque el interés ha descendido medio punto. Pero oigan ¿por qué no bajamos otra vez la tasa? Nomás pa’ ver qué pasa. A lo mejor el dólar llega a 20.

www.sergiosarmiento.com

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