MIENTRAS PUEDA, HÁGALO
Recordamos estas palabras con mucha frecuencia.
Las expresó ante nosotros una persona de edad, recluida en un hospital municipal.
Teníamos el deseo de presentar una columna con nuestras vivencias y las que recogiéramos aquí y allá.
Así nació De la Vida Misma.
Y en el inicio hablamos de este anciano, abandonado en una cama de hospital, y quien nos impactó con su relato.
Si volviera a vivir, sería el mismo, con la misma entrega en mi trabajo y el mismo amor a mi familia -nos dijo emocionado.
Pero está solo, abandonado, le dijimos.
Y entonces él, como sorprendido con nuestro comentario contestó:
No, no me siento abandonado, lo que pasa es que pasa el tiempo y cada quien tiene sus ocupaciones y sus compromisos, y además uno de viejo ya no necesita mucho, sólo un poco de agua y un poco de pan.
Usted nos ha dicho que sería el mismo que fue, ¿por qué?
Y le gustó la pregunta y nos dijo:
Porque mientras pude hacer cosas, las hice, no desperdicié un solo día de la vida. Viví a mi manera y fui feliz, y cuando empezaron a doblegarme mis males, fue cuando empecé a dejar de hacer cosas que me eran muy gratas, como andar de aquí para allá, recorrer mi pueblo y gozar los aromas de la mañana y los atardeceres, nunca en cama, nunca.
Y todo esto nos vino a la mente porque muchas veces encontramos a gente que conocemos y que se queja de todo y de todos. Que tiene un pretexto para todo y dejar de hacer cosas.
Y es que un día perdido en tonterías, sin sacarle provecho, es quizá un pecado grave.
Usted, mientras El Señor le dé fuerzas, energía y voluntad, haga mil cosas, antes de que sea tarde, antes de que alguno de los muchos males que aquejan a los humanos lo encuentre en el camino.
Este domingo es ideal para poner en práctica muchas cosas que hemos abandonado, como el reencuentro con nuestro espíritu a través de la oración, como el ir a donde está ese familiar o ese amigo que hace tiempo no vemos, como volver a tomar ese libro que empezamos y hemos abandonado.
Mientras pueda, hágalo.
