LOS RECUERDOS
Van y vienen con mayor frecuencia.
¿Será la edad? ¿Será la nostalgia?
Por estos días, en los que hemos vivido momentos tan especiales, una persona que gusta escribir todo lo que ve, o se le platica, nos preguntó:
¿Qué recuerdas con mayor claridad de la época en que siendo aún niño llegaste a La Laguna?
Y curiosamente en estas fechas viene a nuestra mente aquella mañana en que confundidos por la realidad a la que llegábamos, subimos al cerro cercano a la casa donde nos hospedamos. Queríamos conocer desde los alturas algo del que sería nuestro nuevo hogar.
Desde el punto más alto al que llegamos, en aquel tiempo con gran facilidad, vimos un Torreón que parecía no tener fin, extendiéndose hacia el Norte y hacia el Oriente con calles anchas y bien trazadas. La vista nos cautivó. Y con nuestra forma de pensar queríamos estar en todas partes, entrar a todas las casas y negocios, como lo hacíamos en nuestro pueblo, lo que entendimos sería imposible.
Mucho rato permanecimos ahí, grabando en nuestra mente cada detalle, cada lugar, para después irlos a ver más de cerca.
Ahí mismo hicimos una reflexión de lo que habíamos dejado atrás, y reafirmamos nuestros deseos de aprender muchas cosas, estar en escuelas y luchar para ayudar a una familia de emigrantes que llegaba como arrimados.
Escribimos esto en una tarde donde llueve y hace frío, un frío menos intenso que aquél que nos recibió una mañana de diciembre, un día en que mamá cumplía años y no teníamos ni para darle un ramo de flores.
Quien iba a pensar que ese mismo mes, a los pocos días llegamos a esta Casa, a este lugar donde tanto nos han apoyado para cumplir tantos sueños, los mismos que se fortalecieron aquella mañana fría arriba de un cerro.
Nada ha sido fácil. Desde el inicio le robamos horas al sueño y al descanso, pero nos fortalecían los frutos que íbamos recogiendo.
Cuando se tienen sueños hay que luchar con tezón para hacerlos realidad.
