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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

¿Qué le dijo el plátano a la gelatina? La respuesta a tan inquietante pregunta viene al final de esta columnejilla... Babalucas conoció a una linda chica en un bar, y le propuso ir a un lugar más íntimo. “No puedo -le dijo ella-. Ando en mi ciclo”. “¿Y eso qué?” -replica el badulaque-. Yo ando en mi bicicleta”... Rosilí se iba a casar, y le pidió a su madre consejos para agradar a su marido. Ella empezó a hablarle acerca del sexo. “¡Todo eso ya lo sé, mamá! -se impacienta Rosilí-. ¡Me refiero a la comida!”... En China hay un excelente restorán. Se llama “Los Ahijados”. No hablo de China, China; hablo de China, Nuevo León, municipio lleno de estilo y tradiciones. Siempre que voy a la frontera llego a almorzar en “Los Ahijados”. Lo mismo hacen todos los viajeros, pues el lugar es grato, el personal amabilísimo y suculentas las viandas que se ofrecen, con el recio sabor de la cocina norestense. (Si por un plato de lentejas entregó Esaú su primogenitura, por una gordita de manteca de “Los Ahijados”, o por una tortilla de harina tostadita, no quiero ni pensar qué habría dado). La última vez que estuve ahí salí con un regalo. He aquí que los propietarios de ese establecimiento insigne tuvieron la felicísima ocurrencia de hacer imprimir un calendario con una serie de reproducciones de cuadros de Jesús Helguera. En cuestión de arte -y en todas las demás cuestiones- soy un heterodoxo convicto e inconfeso. Por esa heterodoxia me gusta Helguera, que pintó almanaques. Si yo tuviera un cuadro suyo lo pondría en lugar preferente de mi sala. Es cierto: Helguera pintó un México que no existía, ideal, idealizado, amable y hogareño; con una mitología de indios altos y gallardos, y españoles apuestos y gentiles. Así como Norman Rockwell pintó el sueño americano negándose a todas las fealdades e injusticias -con alguna aislada excepción-, Helguera usó el realismo para pintar lo irreal. Pero siempre lo inexistente es mejor que lo que existe, y hubo un tiempo en que en todas las casas mexicanas había un almanaque de Jesús Helguera, elemento decorativo e inspirador de religiosidad, de valores familiares, de amor a la Patria; lección callada y colorida; arte para los que no podían tener arte. Pienso que no se ha hecho justicia a Jesús Helguera. Artista y artesano, cumplió su oficio con maestría, y creó una obra que no tiene igual. Yo siempre había creído que este pintor era español. Me sacó del error el útil “Diccionario de México” de don Juan Palomar de Miguel, obsequio de mis amigos Xavier y Zaharula Cházaro. Ese libro dice que Helguera nació en Chihuahua. Vivió en España muchos años, pero es mexicano, y aquí pintó sus cuadros. Merece más recuerdo y mejor valoración. Por eso aplaudo a “Los Ahijados”, por el espléndido regalo de belleza y nostalgias que me hicieron con este calendario. (También aplaudo a “Los Ahijados”, entre otros muchos manjares suyos, sabrosísimos, por sus gorditas de manteca y sus tortillas de harina tostaditas. También ellas son obras maestras)... Un individuo acudió al bufete de un abogado de fama y le preguntó: “¿Es cierto que hay quienes están demandando a las compañías tabacaleras por el cáncer que con sus cigarrillos les causó”. “Es cierto” -responde el licenciado. “Y ¿es cierto -prosigue el otro- que hay quienes están demandando a las cadenas de restoranes de comida rápida por la obesidad y problemas vasculares que les causaron sus alimentos grasos?”. “También es cierto” -confirma el letrado. “En ese caso -dice el individuo- yo quiero demandar a los fabricantes de licores, por las mujeres tan feas con las que amanezco después de una borrachera”... ¿Qué le dijo el plátano a la gelatina? Le dijo: “¡Uh! ¡Todavía ni me encuero y ya estás temblando!”... FIN.

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