Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, recibió en su juventud una proposición de matrimonio. Ella le pidió al galán que le diera tiempo para pensarlo. Él lo pensó, y Solicia se quedó sin matrimonio. Ciertamente no le preocupaba morir soltera. Vivir soltera era lo que le preocupaba. Así, acostumbraba invitar a su casa a caballeros de su misma edad, por ver si alguno de ellos se animaba. Ninguno lo hacía, pues todos tenían demasiada edad y eran demasiado caballeros. Cierta noche invitó a uno en quien vio disposición para el connubio: el hombre era muy dócil; sabía obedecer. Hasta parecía casado. Cuando llegó el senescente huésped Solicia le dijo con mohín de coquetería: “Espero, don Othonio, que no se vaya usted a aprovechar de mí valiéndose de que estamos solos, pues con intención despaché a la servidumbre; no tengo vecinos, y además, como ando malita de la garganta, no podría gritar para pedir auxilio”. “Señorita -se ofende don Othonio-, soy un caballero. Tendría que andar borracho para atreverme a abusar de usted”. Replica la señorita Sinpitier: “La botella está sobre el refrigerador”... La lectura de los textos de Tessagy Agetro, ensayista rumano contemporáneo, es para mí muy inquietante. Hombre tranquilo como soy, con ideas tan convencionales que casi ni merecen llamarse ideas, algunas páginas de ese autor me causan sobresalto. Ésta, por ejemplo, me turbó bastante: “... Pienso que la expresión ‘contra natura’ es algo que va contra natura. Moralistas y clérigos dicen, por ejemplo, que las prácticas que realizan los homosexuales y las lesbianas son ‘contra natura’. Pero los estudiosos de la naturaleza han comprobado que en el mundo animal esas prácticas son frecuentes. En más de 450 especies, entre las cuales se cuentan las jirafas, los delfines, los pingüinos y hasta los leones -algunos son “el gay de la selva”- se han observado actos de homosexualismo. En un artículo de la revista ‘Endocrinology’, citado por Mark Leyner y Billy Goldberg en su libro ‘Why do men fall sleep after sex?’ (Three Rivers Press, New York, 2006), se lee que un estudio reciente sobre la conducta sexual de un grupo numeroso de ovejas mostró que más de un 8 por ciento de los machos mostraba preferencia por ejemplares de su mismo sexo. Andémonos con cuidado, pues, cuando usemos esa expresión: ‘contra natura’. Quizá debería aplicarse a prácticas tales como el celibato por causas de religión, y no a las acciones de los homosexuales y lesbianas...”. Hasta ahí el texto de Tessagy Agetro. Quien esto escribe es heterosexual convencido, teórico, práctico y gozoso. Su pensamiento pertenece a la ortodoxia. Se sorprende, entonces, al conocer cosas como ésas de las jirafas, los pingüinos y, sobre todo, los leones, de quienes tenía -lo confiesa- una idea completamente diferente. Todas sus dudas se resuelven, sin embargo, a la luz de la tolerancia, que es una de las mejores manifestaciones de esa virtud tan amplia y generosa que se llama “amor al prójimo”. Si somos tolerantes lo veremos todo con respeto y comprensión, incluso conductas que se apartan absolutamente de la naturaleza, como el celibato por causas de religión... Dos hampones estaban platicando. Dice uno: “Yo me dedico a robar bancos”. Dice el segundo: “Yo también robo bancos, pero además cometo violaciones. ¿Sabes? El dinero por sí solo no hace la felicidad”... Una serpiente entró en el consultorio del oftalmólogo y le dijo: “Creo que tengo problemas con mi vista”. El médico lo revisó y le recetó anteojos. Una semana después regresó la serpiente. “¿Qué sucede? -le preguntó el oftalmólogo-. ¿Hubo problemas con los lentes?”. “No, doctor -contesta el reptil con triste voz-. Pero descubrí que llevo dos años follando con la manguera del jardín”... FIN.