Rosilita es el equivalente femenino de Pepito. Un día el niño más gentil, amable y bueno de la cuadra, Querubito, llevó a Rosilita a su casa y le enseñó un canario que su mamá tenía en una jaula. Rosilita suspira con paciencia, alza los ojos al cielo y dice a Querubito: “Te agradezco mucho la invitación, pero esto no es lo que yo tenía en mente cuando te pedí que me enseñaras el pajarito”... El padre Arsilio, capellán del hospital, vio a uno de sus feligreses tendido en el lecho del dolor. El infeliz estaba vendado de la cabeza a los pies, igual que momia egipcia. “¿Qué te sucedió, hijo? -le pregunta el buen sacerdote, consternado-. ¿Por qué estás aquí?”. Responde el lacerado con voz casi inaudible: “Por mis creencias, padre”. “-¿Por tus creencias?” -se inquieta el padre Arsilio. “Sí -confirma débilmente el sujeto-. Creí que no iba a llegar el marido”... Babalucas fue nombrado juez de barrio. En su primer día de actuación el gendarme de turno le presentó a un sujeto. “Detuvimos a este individuo porque tiene dos esposas” -le informa el jenízaro al flamante juez-. “¡Ah! -exclama acusadoramente Babalucas encarándose con el acusado-. ¿Conque muégano?”... Susiflor tomó el autobús para ir a su trabajo. Como amenazaba lluvia llevó consigo su paraguas. En una súbita frenada el paraguas resbaló de su mano, pero ella alcanzó a tomarlo por el mango. Poco después le dice muy apurado un señor que iba a su lado: “Ya me voy a bajar, señorita”. “Pues bájese” -le contesta muy extrañada Susiflor. “Pues suélteme” -le pide el hombre. (No le entendí)... Estaba un individuo en el cine. Se le acerca una curvilínea chica y le pregunta: “Perdone ¿está ocupado?”. “No” -responde presuroso el individuo levantándose para que la chica ocupara el asiento a su lado. “Qué bueno -le dice ella sin sentarse-. Si no está usted ocupado ¿podría por favor traernos unas palomitas a mi novio y a mí? Nosotros sí estamos ocupados”... Llegó el recién casado a su nidito de amor. Su flamante mujercita lo recibió con amoroso abrazo. “¿Qué quieres que hagamos primero, mi vida? -pregunta la muchacha-. ¿Cenamos o hacemos el amor?”. Contesta él respirando con agitación: “Lo que tú quieras, mi cielo. Y luego cenamos”... El juez leía el expediente del reo: “Asalto nocturno... Asalto nocturno... Asalto nocturno... Vaya; veo que todos tus delitos los cometes por la noche”. “Sí, señor juez -confirma tímidamente el bandolero-. De día me da bastante pena”... Don Cornilio les cuenta a sus amigos: “Mi mujer es una tonta. Llegué una noche a mi casa y encontré al lado de la cama un juego de prendas de vestir para hombre. Ropa interior, todo. ¡Y nada de lo que me compró me quedaba!”... Le dice la maestra a Pepito: “Si te doy un beso ¿serás bueno?”. “Ya va -acepta Pepito-. Y si me da varios verá que realmente soy muuuy bueno”... Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo, llegó a su casa cae que no cae. Empezó a subir trabajosamente la escalera. En cada peldaño se detenía y tartajeaba con suplicante voz: “¡No me tumbes, José! ¡No me tumbes!”. Subía otro peldaño, se volvía a detener y suplicaba otra vez: “¡Por favor, José! ¡No me vayas a tumbar!”. Su mujer, que lo veía desde arriba, le pregunta asombrada: “¿A qué José le hablas?”. “A don José Cuervo” -responde el temulento... Doña Panoplia, dama de la alta sociedad, despidió a la criadita de la casa. “Ya sé por qué me despide -le dice con enojo la muchacha-. Está celosa porque hago el amor mejor que usted”. “¿Quién te dijo eso? -se enfurece la encopetada señora-. ¿Mi marido?”. El esposo comenzó a decir: “Te juro, Panoplia...”. Pero en eso respondió la criadita: “No. Me lo dijo el chofer”... FIN.
