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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El director de cine estaba filmando una película porno. Había una tórrida escena entre el musculoso galán y la curvilínea actriz. Al terminar la toma grita el director: “¡Corten!”. Vuelve a gritar: “¡Corten!”. Luego se vuelve hacia su ayudante y le ordena: “Trae la tina de agua fría”... La furiosa señora le reclama a su marido: “Me dicen que tienes amasiato con una mujer nacida en Tezcla; que le pusiste casa; que has tenido cuatro hijos con ella; que le compraste coche del año; que la traes vestida con ropa de lujo y pieles; que te paseas con ella por todas partes; que la llevas de viaje, y que la presentas a todo mundo como tu esposa”. “¡Válgame Dios! -exclama el tipo-. ¡Qué falsedades inventa la gente! ¿De dónde sacaron que es de Tezcla?”... Se encuentran dos amigos. “Supe que te divorciaste de tu mujer -le dice uno al otro-. ¿Por qué lo hiciste?” Responde el otro: “¿Te gustaría a ti vivir con una persona inconsciente, desobligada, gastadora, y para colmo infiel?”. “Claro que no” -responde el amigo-. “-Pues a mi esposa tampoco le gustó” -concluye el otro... Pregunta: ¿Por qué Flacidicia se dio un balazo en la rodilla? Respuesta: Porque se iba a suicidar. Preguntó dónde estaba el corazón, para dispararse ahí, y le dijeron que lo tenía a la altura del seno izquierdo. Entonces fue cuando se dio un balazo en la rodilla. (Alguien de La Frailesca, esa bella y fertilísima región de Chiapas, le habría dicho: “No te suicide, pué. Mejó matate”)... “El hombre es el único animal que no huye del peligro”. Anoten mis cuatro lectores esa frase, digna de ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero. Ante un riesgo que las amenaza, las criaturas de la naturaleza escapan, a menos que deban defender su prole, el territorio donde obtienen el sustento o su posibilidad de perpetuar la especie. El animal humano, en cambio, sabe de los peligros que lo acechan, y en vez de huir de ellos va a su encuentro. En este momento viene a mi memoria la fabulilla que los de mi generación aprendimos cuando niños: “A un panal de rica miel / dos mil moscas acudieron, / y por golosas murieron / presas de patas en él. / Otra dentro de un pastel / enterró su golosina... / Así, si bien se examina, / los humanos corazones / perecen en las prisiones / del vicio que los domina”. (¡Caray, qué hermosa es la literatura moderna!). ¿Quién no conoce los graves riesgos de fumar? ¿Ignora alguien el peligro de beber alcohol inmoderadamente? Fumadores y bebedores están conscientes de la amenaza que para su salud y su vida representan el tabaco y las bebidas alcohólicas. Y sin embargo sigue habiendo fumadores, y el número de bebedores crece cada día, pese a la ejemplar labor que cumplen agrupaciones tan benéficas como Alcohólicos Anónimos, los admirables Doble AA. Yo no soy quién para andar moralizando. Pocos hombres habrá tan llenos de defectos como yo. Mis fallas llenarían un tomo del mismo lomo que el directorio telefónico de Nueva York. Pero me angustia la suerte de amigos muy queridos que fuman como chacuacos o beben como cosacos, y quisiera que aprendiesen a huir del peligro, como hacen los animales, esas sabias criaturas de la tierra... Picio y Uglilia, los esposos más feos del condado, iban por una calle con sus dos pequeños hijos, niño y niña. Ambas criaturas eran muy hermosas: el niño un querubín; la niña una muñequita encantadora. Los ven pasar unas señoras, y una de ellas comenta, sorprendida: “¿Cómo es posible que de un hombre y de una mujer con semejantes caras hayan nacido esos niños tan hermosos?”. Picio escucha aquello y replica: “Señora: no los hicimos con la cara”... (Nota: Pienso que la respuesta no es plausible. Lo otro seguramente lo tenían más feo)... FIN.

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