Volupticia y uno de sus hermanos vivían en la gran ciudad. Ella gozaba de gran popularidad entre los hombres, pues compartía con ellos -claro, en forma onerosa, no gratuita- los encantos de que la había dotado Mamá Naturaleza. En cambio él, mujeriego, andaba siempre en apuros económicos. “Hermanita -le dice un día-. Préstame unos cuantos pesos; lo que puedas. Estoy quebrado”. “¡Ay, Impecunio! -protesta la muchacha-. No entiendo cómo andas siempre sin dinero. En cambio a mí me sobra”. Responde él: “Eso se explica porque la fuente de tus ingresos es la causa de mis egresos”... Babalucas fue con un carpintero. “Maistro -le pidió-. Necesito que me haga una caja de una pulgada de ancho, una pulgada de alto, y 36 metros de largo”. El carpintero se sorprende. “¿Una pulgada de ancho, una pulgada de alto y 36 metros de largo? -exclama con asombro-. ¿Para qué es esa caja?”. Responde el badulaque: “Mi vecino se cambió de ciudad, y necesito mandarle por paquetería una manguera que me prestó”... La maestra les preguntó a los niños si sabían la diferencia entre miedo y pánico. Respondió Pepito: “Miedo es el mío; pánico el de mi papá”. “No entiendo” -se desconcierta la profesora. Explica Pepito: “Cuando no está mi papá yo siento miedo, y me voy a dormir con mi mamá. Cuando no está mi mamá seguramente mi papá siente pánico, porque se va a dormir con la sirvienta”... El señor fue con un cirujano plástico y le dijo: “Doctor: ¿podría usted operar a mi tía?”. “¿Qué le pasa a su tía? -inquiere el médico-. ¿No vino con usted?”. “No, -dice el señor-. Murió ayer”. “Y entonces ¿para qué quiere que la opere?” -se asombra el facultativo. “Verá usted -explica el tipo-. Mi tía era solterona, y se casó. Por desgracia murió en el momento en que estaba haciendo el amor por primera vez. Queremos que nos haga usted el favor de borrarle esa sonrisota de la cara”... Lord Rumblefart, maduro caballero de 85 años, contrajo nupcias con una muchacha de 20. “Y todas las noches le hago el amor” -se jactó ante los amigos de su club. Pregunta uno, escéptico: “¿Todas las noches?”. “Todas -confirma el vejancón-. Bueno, menos los jueves”. Inquiere el otro: “¿Por qué los jueves no?”. Responde lord Rumblefart: “Porque es el día libre de Fortescue, mi valet”. Se extraña el otro: “Y ¿qué tiene qué ver en esto Fortescue?”. Explica el lord: “Es el que me ayuda a subírmele a la muchacha, y luego me baja de ella”... Lleno de regocijo un tipo le comenta a otro: “¡Por fin Susiflor me dio anoche el anhelado sí!”. “¡Felicidades! -lo congratula el otro-. ¿Cuándo es la boda?”. Responde el otro: “¿Cuál boda?”... Un sujeto relataba la muerte de su esposa, que perdió la vida al caer de un quinto piso. “¡Qué trágica muerte!” -comenta alguien. “Y eso no es nada -añade el hombre-. Mis dos esposas anteriores murieron a consecuencia de haber comido hongos envenenados”. “¡Qué barbaridad!’ -exclama el otro-. ¡Eso sí que es mala suerte!”. “Así es -confirma el tipo-. Y si mi tercera mujer murió al caer del quinto piso fue porque no quiso comerse los hongos” ... El marido llegó de un viaje en el preciso instante en que su mujer apagaba la luz de la sala, de modo que la habitación quedó a oscuras en el momento en que el esposo entró. El hombre tomó en sus brazos a su esposa y ahí mismo, sobre la alfombra, la hizo objeto de la más apasionada expresión de su vehemente amor. Terminado el trance que Anthony Burgess llama “the old in and out”, el marido encendió la luz, y procedió ipso facto e incontinenti a darle a su mujer un tremendo mamporro en la cabeza. “¿Por qué me pegas? -le reclama ella muy ofendida-. ¡Me haces el amor, y luego me maltratas! ¿Por qué?”. Responde el tipo: “Por no haber encendido la luz para ver quién era el que llegó”... FIN.