El director de la fábrica de detergentes llamó al encargado de producción y le dijo: "Lo felicito, ingeniero. Ese nuevo detergente que usted desarrolló es tan suave que mi secretaria lo está usando como jabón de baño". "¡Qué buena noticia me da, jefe! -se alegra el otro-. Verá: usted y su secretaria se encerraban en la oficina. Al salir traía usted la boca llena de espuma. ¡Y yo estaba pensando que era rabia!"... El empleado Timoracio faltó aquel día a su trabajo. A la mañana siguiente llegó con un recado que su esposa le enviaba al jefe para justificar su ausencia. Decía el recado: "Mi marido no fue ayer a trabajar porque tuve un bebé. Él no es culpable"... Dos mexicanos que vivían en Houston fueron contratados para arreglar un jardín en la central de cohetes de la NASA. Acostumbraban beber al mediodía un traguito o dos de tequila a fin de ganar fuerzas para cumplir la jornada vespertina. Uno de ellos halló un recipiente con combustible del que se usaba en los cohetes, y se le ocurrió la peregrina idea de ponerle al tequila unas gotas de ese líquido, para reforzar el trago. Bebieron, pues, su par de copitas los mexicanos, y luego regresaron al trabajo cada uno por su lado. De pronto suena el celular de uno de ellos. "Compadre -le pregunta el otro-. Después de que nos tomamos el tequila ¿ha soltado usted algún aire?". "No, compadre" -responde el del teléfono. "Pues no lo suelte -le aconseja el otro-. Le estoy hablando desde Juneau, Alaska"... Muchos problemas se pueden resolver por medio de la educación. Pero sucede que en México la educación es un problema. Se ha perdido la mística que alguna vez tuvo el maestro mexicano, especialmente aquel que trabajaba en el medio rural. Desde luego nadie espera que nuestros profesores sean apóstoles; pero tampoco queremos que sean ganapanes de esos que son maestros por dos razones solas: el día 15 y el día último. Tampoco tenemos nada que objetar a las llamadas conquistas sindicales. Lo malo es que el magisterio antepone muchas veces el interés gremial al interés de los educandos. Cuando en este país los campesinos fueron convertidos en instrumento de política, el campo dejó de producir. El llamado agrarismo no sólo dividió a los mexicanos: hizo que el hombre del campo dependiera no ya de su trabajo, sino de las migajas que los gobiernos revolucionarios le daban para tenerlo sometido. Algo similar está sucediendo ahora con los maestros. Han sido convertidos en herramienta al servicio de políticos que los usan para fortalecer sus intereses, y a cambio obtienen para ellos beneficios más allá de los cuales el maestro no ve ya. Se habla ahora de "el voto magisterial", así como antes se habló de "el voto verde" del campesinado. ¿Acaso cada maestro no es un ser individual, una persona que tiene derecho a votar sin recibir la consigna del líder, o de la lideresa? Un maestro no puede formar hombres libres si él mismo no es un hombre libre. Las ataduras sindicales son hoy por hoy un freno a la calidad educativa... El predicador de voz tonante se dirige a los fieles. "¡Aquellos que quieran ir al Cielo vengan hacia mí!". Todos se levantaron y rodearon al ministro, menos Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo. "Y tú, hermano -le pregunta el predicador- ¿no quieres ir al Cielo cuando mueras?". "Ah, cuando muera -se tranquiliza Garrajarra-. Yo pensé que ya iban a salir"... Babalucas invitó a salir a una muchacha. Al día siguiente un amigo le pregunta: "¿Cómo te fue con esa chica?". "Muy mal -responde tristemente el porro-. Me salió dormilona". "¿Dormilona?" -se extraña el amigo-. "Sí -explica Babalucas-. A eso de las 11 de la noche me preguntó que a qué horas nos íbamos a acostar"... FIN.