Sor Bette, religiosa ya ancianita, era muy terca; le gustaba hacer siempre su santa voluntad. Aquel día se efectuaba el rezo del oficio, y todas las monjitas debían estar de rodillas. Ella permaneció de pie. "Hínquese, madre'' -le dice por lo bajo una de las hermanas. Ella siguió en pie. "Madre, hínquese'' -repite con énfasis mayor la religiosa. Sor Bette no se movió. "¡Hincada, madre!'' -se impacientó la sor. Y le dice Sor Bette: "Así con maldiciones menos me hinco''.... Había un sujeto, de nombre Babiruto, al que le gustaba mucho el beisbol. Cierto día le comentó a un amigo: "Mi mujer se queja de que no hablo de otra cosa más que de beisbol; que no pienso en otra cosa más que en el beisbol". Le pregunta el amigo: "Y tú ¿que le contestas?". Responde Babiruto: "Le digo que no me salga con esa rola; que está en un error, fuera de base, y out"... La gallinita sorprendió al pollito extasiado frente a una rosticería. "¡Ah! -le grita dándole aletazos en la cabeza-. ¡Conque otra vez viendo a esas encueratrices!"... Alguna vez el PAN fue llamado, y con razón, "el partido de la gente decente". Puedo decir que en mi ciudad, allá a mediados del pasado siglo, quienes militaban en Acción Nacional -eso entonces tenía muchos riesgos- eran gente de principios, de ideales, de valores, y aun de cultura. Recuerdo especialmente a don Óscar Dávila, que alternaba su difícil actividad política, de acendrado panista, con la publicación de una hoja literaria y con las espléndidas clases que nos daba, sobre la Generación del 98, en la oficina del hotel que administraba. Pasaron esos tiempos, y en los nuestros el PAN hubo de arrostrar la mayor prueba que un partido o un hombre pueden afrontar: el triunfo. Empezó a trabar con los dueños del poder aquellas "concertacesiones" que comprometieron la esencia y el espíritu del partido, y luego admitió en sus filas a individuos que en una cantina honorable no habrían sido recibidos. Hoy el PAN imita con frecuencia las peores tácticas que otrora reprobó. Su actual dirigente nacional hace una sopa de letras para tachar de narcos a todos los priistas, algo que ni siquiera el señor Noroña, perredista, habría hecho en sus peores arrebatos. No dudo que algunos capitostes del PRI hayan tenido alguna vez tratos con los delincuentes, pero no se debe generalizar, ni usar el peligroso recurso de la difamación como arma de política. Con los más vivos acentos exhorto al líder panista a recordar los principios y valores que alguna vez privaron en el PAN, y lo exhorto también, como se dice en el Potrero, a comportarse con conducta... La señorita Peripalda, catequista, hacía preguntas a los niños del catecismo sobre temas de Historia Sagrada. "A ver, amables niños -les pregunta-. ¿Cómo se llama el pecado que cometieron Adán y Eva?''. Ninguno levantó la mano para contestar. "Les voy a ayudar -propone la señorita Peripalda-. El pecado que cometieron nuestros primeros padres se llama pecado ori... pecado ori... ori...''. "¡Pecado horizontal'' -prorrumpe triunfalmente Pepito... Babalucas fue al circo, y vio a un lanzador de cuchillos que con admirable puntería iba clavando sus afilados puñales a unos cuantos milímetros de su hermosa ayudante. Le grita Babalucas desde la gradería: "¡Concéntrate, indejo! ¡Atínale por lo menos uno!"... Don Crésido, rico señor, retiró todos los fondos que tenía en el banco. Al día siguiente volvió a depositarlos otra vez. Canceló su cuenta de nuevo al otro día, y regresó al siguiente a depositar el dinero una vez más. "Oiga, don Crésido -le dice el gerente del banco-. Así no le va a rendir su capital. Con tanto mete y saca, mete y saca va usted a perder el interés". El señor se queda pensando un momento y luego dice: "A lo mejor tiene usted razón. Lo mismo me pasó en mi matrimonio"... FIN.