Foxy Lamebrain, muchacha curvilínea pero de escasa inteligencia, fue a Hollywood en busca de fama y de fortuna. Ni gloria ni riquezas encontró -se esconden mucho, y sólo con trabajo se les halla-, pero en cambio fue rodeada por una caterva de individuos: agentes, productores, extras, actores de películas B y otros, ansiosos de gozar la opima anatomía de la aspirante a actriz. A nadie negó ella lo que le dio natura. Pensó que lo había recibido como gratuito don, y que por tanto haría mal en no compartir aquello con su prójimo. Bien pronto se vio envuelta en un escándalo. La esposa de cierto director de cine demandó por adulterio a su marido, y el abogado de la señora citó a Foxy para que fuera al juicio en calidad de copartícipe del acusado. "Diga al tribunal -le preguntó ante el juez-, si es cierto que fue usted a Las Vegas con mister Flick, y que pasó con él tres noches en el Hotel Pissage". "Es cierto -reconoció la chica humildemente-. Pero fui bajo engaño". "¿Cómo bajo engaño?" -frunció el ceño el interrogador. "Sí -declara Foxy con afligida voz-. Cuando él se registró en el hotel dijo que yo era su esposa"... Un golfista llegó al bar de su club después de hacer nueve hoyos. Traía el pantalón todo mojado en la región de la entrepierna. "¿Qué te pasó?" -le pregunta, divertido, un compañero. Explica el remojado: "Hoy es el primer día que uso lentes bifocales. Cuando empecé a jugar veía todo doble: un bastón grande y uno chico; una pelota grande y una chica; un hoyo grande y uno chico. Le pegué a la pelota chica con el bastón grande, y alcancé una distancia que nunca había alcanzado. Luego, al hacer un putt muy largo, dirigí la pelota chica al hoyo grande, y la metí sin dificultad. Jamás había jugado tan buen golf. Pero al llegar al hoyo 9 sentí la urgencia de hacer una necesidad menor. Fui atrás de un árbol; me bajé el zipper; saqué lo que tenía que sacar, y miré dos: una grande y una chica. Volví a guardar la grande, pues supe que no podía ser la mía. Fue entonces cuando me mojé"... En la comida Pepito quiso saber: "¿Es bueno comer gusanos?". Su papá lo reprende: "Ya te he dicho que no hagas esas preguntas cuando estamos en la mesa". La mamá del niño inquiere: "¿Por qué quieres saber eso?". Responde Pepito: "Porque en la lechuga de mi papá había un gusano, y se lo comió"... Jactancio, individuo presuntuoso, contrajo matrimonio. En la noche de bodas se presentó al natural ante su mujercita, y le dijo con orgullo: "Éstas son las joyas de la corona". Vino luego el amatorio trance, que duró menos tiempo del que se necesita para decir: "Ya". (En japonés eyaculación prematura se dice "Komo keyá"). Al terminar el brevísimo episodio la joven desposada le dijo al tal Jactancio: "Ahora sé por qué a tus cosas las llamas 'las joyas de la corona'". "¿Por qué?" -pregunta el fatuo tipo con curiosidad. Responde ella: "Porque sirven sólo para propósitos de exhibición"... Un empresario experto le dice a uno joven: "En estos tiempos de recesión es cosa fácil crear un negocio pequeño". "¿Cómo puedo hacer eso?" -pregunta con interés el principiante. Le responde el experto: "Crea un negocio grande, y espera un poco"... Sor Bette se dirigía a su convento por un camino solitario. Le salió al paso un ruin sujeto y la hizo víctima de su lubricidad. "¡Oh! -se angustió ella-. ¿Qué le voy a decir de esto a la madre superiora?". "Dígale lo que sucedió -replica, hosco, el barbaján-. Dígale que se topó en el bosque con un mal hombre que cometió un abuso contra usted". "Esto no tiene ya remedio -suspira sor Bette con filosofía-. Descanse un poco, y le diré a la madre que cometió usted dos abusos contra mí"...