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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Poseidón era viejo, pero no espueleado, como dicen los charros. Eso significa que conservaba la buena condición. Cierto día un señor de la ciudad le preguntó: "¿Qué edad tiene usted, don Poseidón?". Respondió él: "80 años y pico". "Lo envidio sinceramente -suspiró con pesar el citadino-. Yo tengo 60, y ya no pico"... (¡Ni hielo siquiera has de picar, desventurado! Escucha mi consejo: bebe 10 centilitros de agua de Saltillo. Con eso no sólo picarás, sino también repicarás, como campana clamorosa que da las tres llamadas. Yo sé lo que te digo)... Contó un señor en la oficina: "Durante los días de asueto por la epidemia me sometí a una dieta rigurosa: comí solamente ajo, frijoles y cebolla". Le pregunta uno: "Y ¿perdiste peso?". Contesta el señor: "Peso no perdí, pero sí perdí a todos mis amigos"... Una señora comentó en la merienda de su club: "Mi marido y yo hemos alcanzado la perfecta armonía sexual: él ya no quiere, y yo nunca tengo ganas"... Dice con mucho sentimiento y muy poca gramática el comediante americano Rodney Dangerfield: "I get no respect". Tampoco el cerdo recibe ningún respeto, a pesar de lo mucho que nos da. No sólo su carne es prohibida por varias religiones -las religiones se especializan mucho en prohibir-, sino que ni siquiera se puede a veces pronunciar su nombre, siendo que tantos lleva ("Cuatro comidas tiene el poblano: cerdo, cochino, puerco y marrano"), y se le llama entonces "el de la vista baja". En el Potrero pregunto qué vamos a comer, y doña Rosa me contesta: "Carne de puerco, licenciado, con perdón sea dicho". Gente de hablar donoso es la de Ábrego. Cuando alguien trae contrario humor, y va por los rincones enfurruñado y hosco, dicen que anda "como marrano capado". Si un visitante adopta aire solemne lo califican de inmediato: "Es más serio que un puerco meando". (Al parecer los chanchos o gorrinos -otros nombres del cerdo- adoptan un aire de mucha formalidad y gran concentración cuando dan curso a una necesidad menor). Como si todas esas injurias y faltas de respeto fueran pocas, en los últimos días se añadió otra: la epidemia que llegó de pronto fue llamada "influenza porcina", y la gente dejó de comer carne de cerdo, aunque el pobre animal era tan culpable del mal como el canguro o la jirafa. Antier se reunieron en Zamora el Presidente Calderón, el titular de la Sagarpa y el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy. En su reunión esos personajes tuvieron el buen sentido de comer carne de puerco en público de la gente, como dice el corrido, a fin de mostrar que la sabrosa carne de ese generosísimo animal no tiene nada qué ver con la emergencia sanitaria que se presentó. Atinada acción fue ésa, que de seguro ayudará a paliar los malos efectos que la desinformación causó a los criadores de cerdos y a los expendedores de su carne. Por favor, señores, basta ya de calumniar al cerdo. No sean cochinos... Una joven mujer fue a consultar al ginecólogo. Cuando el médico la vio quedó asombrado: la muchacha tenía el seno derecho de tamaño y forma normales, pero el otro (porque tenía dos) se le veía elongado, enjuto y alargado, tanto que le llegaba casi hasta los pies. "Extraño caso es éste -dijo el facultativo-, merecedor de aparecer en 'The Tits and Boobies Magazine', revista médica especializada. Dígame usted, señora: ¿por qué tiene así ese seno?". Responde la joven mujer: "Mi esposo gusta de darme tironcitos en la bubis izquierda cuando estamos viendo la televisión". El doctor duda. "Por insistente que sea esa tracción mecánica -le dice- no creo que sea suficiente para alargarle el seno así". Explica la señora: "Es que dormimos en camas gemelas"... (Estírale tú también algo a él, joven mujer, por equidad de género)... FIN.

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