La señorita Peripalda, catequista, iba a la Hora Santa, y vio a una muchacha de tacón dorado que en una esquina ofrecía sus encantos. Casualmente también pasaba por ahí el reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Tercera Venida (no confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, cuyos miembros reciben el don de la profecía, pero con la recomendación de aplicarlo solamente al pronóstico del tiempo). La señorita Peripalda se indignó a la vista de aquella sexoservidora. Le dice con enojo al pastor Rocko: "¡Esas mujeres constituyen una lacra social! ¡Deberían ir todas a la cárcel! ¡Son unas descaradas, unas cínicas, unas desvergonzadas, unas infames sin pudor!". "Es cierto -confirma el reverendo-. ¡Y lo que cobran!"... En una autopista que conducía a Los Ángeles un patrullero detuvo un vehículo lleno de monjitas. La conductora era sor Bette. "Madre -le dice el oficial-: la velocidad mínima de esta autopista es de 65 millas por hora. Usted viene manejando a 25". "Disculpe -responde ella-, pero he visto varias señales que dicen '25'". "Ésa no es la velocidad -sonríe el patrullero-. Es el número de la autopista". Todas las monjitas que iban con sor Bette estaban temblando. "No se asusten, madres -las tranquiliza el policía-. Ni siquiera voy a ponerles una multa". "No temblamos por usted -balbuce una de ellas-. Lo que pasa es que acabamos de salir de la autopista 165"... Algunos hablistas hablan del empobrecimiento del idioma, y lamentan la pérdida de giros que ayer su usaron y hoy no se usan ya. No pertenezco yo a esa nostálgica cofradía; primero porque no soy hablista, y luego porque pienso que si el lenguaje se empobrece por un lado, por otro se enriquece con nuevas creaciones salidas sobre todo de esa suprema majestad del habla: el pueblo. Hay un dicho, por ejemplo, que antes se oía mucho y ahora no: "tomar el rábano por las hojas". Creo que la Academia se equivoca al explicar esa frase coloquial. Dice que tomar el rábano por las hojas es equivocarse en la interpretación de algo. Yo pienso que tomar el rábano por las hojas significa más bien abordar una cuestión haciendo a un lado su meollo, su contenido principal -el rábano-, y dirigiendo la atención a lo accesorio -las hojas-. Tomemos el caso del escándalo que se hizo en Zacatecas con motivo de haberse hallado no sé cuántos kilos de mariguana en cierta bodega propiedad de un hermano del ex gobernador de esa entidad, Ricardo Monreal, antier priista, perredista ayer, ahora petista y mañana ya veremos. Se ha dicho que la revelación de dicho hallazgo se hizo por cuestiones de mero orden político: es una venganza de Amalia García, actual gobernadora, contra Monreal por agravios políticos pasados; es un intento de frenar las aspiraciones del hermano de Monreal, que quiere también ser gobernador; es un golpe directo de "Los Chuchos" contra López Obrador, de quien Ricardo Monreal es un cercano peón de brega. Sin embargo todo eso es lo de menos. Lo que importa es determinar lisa y llanamente si se encontró "la maléfica hierba" -así es obligado decir- en la bodega de aquel señor Monreal; investigar por qué estaba ahí (la maléfica hierba, no el señor Monreal), y seguir el hilo de las cosas a fin de determinar si hay delito qué perseguir -seguramente lo hay-, buscar al responsable, y una vez juzgado aplicarle el castigo de la ley. Lo demás es politiquería de la más baja estofa. Especular sobre tales trapisondas es tomar el rábano por las hojas... Aquel sujeto tenía ocho hijos, y estaba muy orgulloso de su capacidad genésica. Tan orgulloso estaba que siempre se refería a su esposa llamándola "madre de 8". Ella le había pedido que no hiciera eso, pero el tipo insistía. Una noche fueron a una fiesta. Al terminar la reunión el tipo se dirigió a su mujer, y enfrente de todos los invitados le gritó con tono jactancioso: "¡Vámonos, madre de ocho!". En voz igualmente alta respondió ella: "¡A la hora que digas, padre de seis!"... FIN.
