Mensilita les anunció a sus padres que estaba ligeramente embarazada. "¡Mano Poderosa! -exclamó la señora, que conservaba las jaculatorias aprendidas de su piadosa abuela-. ¿Quién es el padre?". "¿Cómo voy a saberlo? -solloza Mensilita-. Ustedes me han dicho siempre que a mi edad no puedo tener novio formal"... En el café dos tipos estaban conversando de todo y de nada. Le pregunta uno al otro: "Si estuvieras en una isla desierta, ¿qué es lo mejor que te gustaría tener ahí?". Responde el otro: "Bastante cerveza. ¿Y tú?". Declara el primero: "A mí me gustaría tener a Angelina Jolie". Replica el otro, hosco: "Dijiste lo mejor, no lo más mejor"... La izquierda mexicana ha sido siempre víctima de la izquierda mexicana. Unas veces por dogmática, otras por oportunista y fácil para la transacción, el caso es que la izquierda nunca ha podido concretar en México una posición firme y coherente. En nuestros días todo parece indicar que la izquierda, o la llamada izquierda, o lo que se ostenta como izquierda, llegará debilitada y desunida a la próxima elección presidencial. El gran factor de división es ahora López Obrador, priista que se hizo perredista; perredista que se volvió petista; petista, perredista y priista que en el fondo es nada más lopezobradorista. Su rompimiento con el PRD es cada vez más evidente, y quizá no tarde mucho en dar origen a una declaración de divorcio necesario. El confuso panorama electoral de México se hará más confuso aún, si cabe. Y sí cabe, pues en la política siempre tiene cabida la confusión dentro de la confusión. Gentes que eran de derecha bastante derechista aparecen de pronto convertidas en izquierdistas de nuevo cuño. Personas que se decían de izquierda encuentran acomodo en las derechas. Y con frecuencia los políticos de centro emigran a un lado u otro, y a veces a los dos. En México las ideologías son intercambiables, como los chalecos, y tienen doble vista, o triple o cuádruple. Yo lamento esa fragmentación perpetua de la izquierda, pues pienso que el país está necesitado de un gobierno de verdadera izquierda que mire más por la justicia que se debe a los mexicanos pobres, y que lo haga antes de que el desastre nos alcance. He dicho esto mil y una veces (con ésta ya mil dos), pero la izquierda desoye mis amonestaciones. En su salud lo hallará. Y en la nuestra... Un árabe se perdió en el desierto. Después de varios días de vagar sin rumbo se sintió morir de sed. A punto estaba de fenecer cuando a lo lejos vio una figura humana. Penosamente se arrastró, y llegó a donde estaba un hombrecito judío. "¡Agua, por favor! -le pidió con el último aliento-. ¡Dame agua!". "No tengo agua -le dijo el hombrecito-, pero vendo unas corbatas muy bonitas". "¡No quiero una corbata, imbécil! -clamó el árabe-. ¡Quiero agua!". "Ya te dije -replica el judío con gran calma-. No tengo agua. Sin embargo, para mostrarte mi buena voluntad, te diré que tres kilómetros más allá, por este rumbo, hay un buen restorán. Ahí te darán toda el agua que quieras". El árabe se dirigió fatigosamente a la dirección que el judío le indicó. Un par de horas después regresó arrastrándose. "¿Qué? -le preguntó el hombrecito judío-. ¿No hallaste el restorán?". "Si lo hallé -gime el desventurado-. Pero tu hermano me dijo que no podía entrar si no traía corbata"... Apareció en la ciudad un asesino en serie. La gente lo llamó "El Estrangulador Nocturno". Hacía sus víctimas por igual entre mujeres y hombres. Cierta noche un señor estaba en la sala leyendo su periódico, y sonó el timbre de la puerta. Abrió y vio a un individuo de siniestro aspecto. Le dijo con voz ronca el individuo: "Soy El Estrangulador Nocturno". Se vuelve el señor y grita: "¡Vieja, aquí te buscan!"... FIN.