Un angustiado señor se presentó en el consultorio de cierto célebre siquiatra y le confió un problema que tenía. "Cada vez que llego a mi casa -le dijo-, encuentro a mi mujer desnuda sobre el lecho, y un hombre abajo de la cama. Eso sucede todos los días, incluso los de descanso obligatorio. ¡No sé qué hacer, doctor!". El analista encendió su pipa y adoptó una actitud de grave reflexión. Tras de lanzar al aire varias volutas de humo dijo lo siguiente: "Mm... Mm...". La experiencia profesional le había enseñado que si hacía todo eso podía elevar el monto de sus honorarios hasta en un 30 por ciento. Luego manifestó: "Creo que su esposa presenta un cuadro típico de ninfomanía. Con un tratamiento de dos años, tres sesiones por semana, estoy seguro de aliviarla". Preguntó, cauteloso, el visitante: "Y ¿cuáles son sus honorarios?". "10 mil pesos por sesión -respondió el siquiatra-, más viáticos, gastos de viaje, pago por comisiones especiales, bonos, gratificaciones, ayuda para gestoría, compensaciones por trabajos extraordinarios, subsidios, subvenciones, vales de despensa, servicio médico, cooperación para renta, seguro de vida, vacaciones pagadas y aguinaldo de Navidad. Los siquiatras no tenemos por qué ser menos que los diputados". "Ya entiendo -vaciló el otro-. Permítame un par de días para pensarlo, y luego le decidiré". No regresó el señor. Tiempo después el analista lo encontró en la calle, y lo reconoció. Le dijo: "Usted es el caballero que todos los días hallaba a un hombre abajo de la cama. ¿Todavía tiene ese problema?". "Ya no -contestó el señor, feliz-. Un cantinero me lo resolvió". "¿Un cantinero?" -se amoscó el siquiatra, celoso de los territorios de su ciencia. "Sí, doctor -confirma el hombre-. Me aconsejó que le cortara las patas a la cama"... No todas las noticias son malas noticias. Acabo de recibir una muy buena: están por terminarse los trabajos de construcción de la nueva autopista entre Saltillo y Monterrey (o viceversa, según la dirección que lleves). Tan adelantadas van las obras que es muy posible que la importante obra sea puesta en servicio antes de la fecha que se fijó para su entrega. Mi voz fue una de las innumerables voces que desde hacía mucho tiempo clamaban con pertinacia, tesón, empeño, porfía, terquedad y obstinación para pedir tan necesaria obra. Tras de su inicio clamé otra vez mil veces para quejarme por las interrupciones que al principio hubo en los trabajos. Ahora soy el primero en aplaudir la rapidez con que la obra se ha efectuado. Y ese sonoro aplauso lo doy con las dos manos, para mayor efecto. Helo aquí: ¡CLAP CLAP CLAP CLAP CLAP CLAP CLAP!... En un hogar de Estados Unidos el nieto le preguntó a su abuelo dónde había pasado la Segunda Guerra Mundial. Respondió él: "Un matrimonio italiano me ocultó en el establo de su granja durante todo el tiempo que duró el conflicto. De no haber sido por ellos seguramente habría muerto". "Es cierto -confirma la abuela-. Pero ese matrimonio italiano tenía su granja en California"... Unos comediantes iban a presentar su show en cierto pequeño lugar de la provincia. En el hotel los visitó un ceñudo caballero que les dijo: "Me he asignado a mí mismo la función de velar por la moral del pueblo. Si ustedes usan en su actuación lenguaje impropio, me veré obligado a suspenderles la función". "Nuestro humorismo es blanco -le aseguraron ellos-. No empleamos nunca ese tipo de lenguaje". La noche de la presentación el censor, solemne y con actitud vigilante, ocupaba una butaca de primera fila. Empezó el show. En el curso del inocuo diálogo uno de los comediantes le preguntó a su compañero: "¿Cuál es la parte del cuerpo femenino que al hombre le atrae más?". Al oír eso el moralista se puso en pie y anunció con voz enérgica: "¡Si dice 'el coño', en ese mismo instante suspendo la función!"... FIN.
