En mi tierra hay muchos panes. Hay pan de pulque; hay pan de acero; hay pan de azúcar; hay pan blanco; hay pan de huevo; hay pan Gariel... De nuestros ancestros europeos e indios nos vino el pan de pulque, milagrosa combinación del trigo de los españoles y el rico neutle de los tlaxcaltecas. El pan de acero se hace a campo abierto, horneado en una especie de cacerola de metal -dutch oven, se llama en inglés el artilugio- que se pone sobre las brasas de leña o de carbón. (Don Simón Arocha contaba que una vez, montando su mula torda, le ganó en una carrera al legendario Siete Leguas, de Pancho Villa, por un acero. Alguien acotaba: "Las carreras no se ganan con anotación, señor Arocha". "Es cierto -reconocía él-. Lo que pasó fue que una noche nos hallábamos los villistas en el campamento. Yo estaba haciendo el pan de acero. En eso oímos que venían los federales. Mi general Villa saltó sobre su caballo y salió a todo galope. Yo subí en mi mula torda, y le eché en el anca el acero, para no perderlo. Al sentir la quemadura del ardiente hierro la mula salió disparada, y dejó atrás al Siete Leguas. Por eso digo que le gané por un acero"). Pan de azúcar tenemos, abundante: conchas, orejas, chamucos, revolcadas, polvorones, apasteladas, monjas, panquecitos, cuernos, campechanas, donas, mostachones, trenzas, buñuelos, morelianas, roscas, molletes, marquesote, molletes, bizcochos y alamares. Don Leoncio Saucedo, dueño y señor de "La Antigua Muralla", panadería de gran prosapia saltillera, hacía un pan de azúcar tan glorioso que -sospecho- tenía entregos en el Cielo. De diaria obligación es el pan blanco, llámese telera, birote (dicho virote en lengua culta) o pan francés. De los hornos de "El Radio", por la antigua calle de Múzquiz, salen unos birotes (o virotes) que con cualquiera de las dos grafías es para que los coma el Papa. El mejor pan de huevo se hace en Ramos Arizpe, por manos mujeriles. Lo probó López Mateos en uno de sus viajes, y pidió que cada mes le mandaran a su casa una buena dotación. Y vaya que ese gran Presidente algo sabía de industrias de mujeres. Y ¿qué decir del pan Gariel? En ninguna otra parte del mundo se hace más que en mi ciudad. Es un pan de dura corteza y abundoso migajón. Sirve sólo para mojarlo -sopearlo- en el humeante caldo de cocido -o sea puchero de res- enriquecido con el sabroso hueso "tutanero", el del tuétano, que en otras partes se denomina médula. Mucho, pan, vuelvo a decirlo, hay en Coahuila. Lo que no hay es PAN. Por causa de las pugnas de sus miembros ese partido está partido, desmigajonado y dividido, tanto así que en la elección de diputados federales, según encuesta de VANGUARDIA, mi casa de trabajo en Saltillo, el PRI arrasará. Eso se debe desde luego, al tesonero trabajo de organización llevado a cabo por Rubén Moreira, dirigente priista en el estado, pero se debe también a las pugnas internas y a la falta de actividad que en Coahuila han debilitado a Acción Nacional. En México es necesario para el buen ejercicio democrático un PAN fortalecido. Pero por el momento, en mi tierra, donde hay tantos panes, de ese PAN no hay... Viene ahora un cuento de color subido. Las personas con tiquismiquis de moral no deben posar en él los ojos... Una pareja de novios fue al campo en el cochecito compacto -demasiado compacto- del muchacho. La chica tuvo antojos de erotismo, y le dijo a su galán: "Hagamos el amor atrás de esos arbustos. Salgamos del coche antes de que se me pasen las ganas". Responde él muy apurado: "Si a mí no se me pasan las ganas no podré salir del coche"... (No le entendí)... FIN.
