Malfario Malsinado, hombre de eterna mala suerte, se quejaba con sus amigos: "No salgo con mujeres porque padezco un grave problema sexual". Le preguntó uno: "¿Qué problema sexual es ése?". Y suspiró Malsinado: "No tengo dinero"... Miss Ann T. Roppa, feminista radical, sostuvo en una conferencia la tesis de que todos los hombres son iguales. Pirulina, muchacha sabidora, alzó la mano y dijo: "Perdone, pero yo conozco bastantes, y sé que unos tienen la igualdad más grande que otros". Del mismo modo, no todos los políticos son iguales. Los hay que son más políticos que otros. En mi primera juventud, la que viví antes que ésta que ahora estoy viviendo, tuve un gran maestro de periodismo: don Cipriano Briones Puebla. Regiomontano él, era jefe de redacción de "El Sol del Norte", mi primera aula en el aprendizaje de este oficio que nunca se acaba de aprender. El señor Briones sentía pasión por la fiesta de toros. En muchas ocasiones pisó el ruedo. Una tarde se celebraba una corrida de aficionados en Monterrey, y le soltaron un marrajo de 400 kilos que hablaba hasta latín. Vaciló don Cipriano en salir del burladero, y el público, impaciente, le pitó. En eso saltó del tendido a la arena un muchachillo enteco, de nariz aquilina y cabello alborotado, y le pegó al burel una serie de pases que electrizaron a la concurrencia y la llevaron a pedir que el espontáneo lidiara él solo al toro. La faena fue de las que no se olvidan. El torerito le cortó a su enemigo las orejas y el rabo. Así nació a la fiesta -y a la inmortalidad- Lorenzo Garza. Pero me estoy apartando de lo mío. Y lo mío es decir que Tata Nicho -nombre de pluma de don Cipriano Briones- tenía del periodismo una idea que no sé si era amarga o muy realista. Declaraba: "Las verdades y las mentiras periodísticas duran 24 horas". Así veía él este quehacer de escribir en el aire al que nos dedicamos los que ponemos letras en los papeles diarios. Por el señor Briones dejé de ser reportero para volverme columnista. Un día me dijo: "Usted tiene demasiada imaginación para ser un buen reportero". Y cuando empecé a escribir columnas me instruyó: "Si habla mal de los políticos, ellos lo harán quedar bien. Si habla bien, ellos lo harán quedar mal". Necio de mí, que no aprendí la lección de mi maestro. Hace unos días encomié a Mauricio Fernández, candidato a alcalde de San Pedro, próspero municipio de Nuevo León. No se había secado aún la tinta con que escribí esas loas cuando Reporte Índigo dio a conocer palabras de Fernández de las cuales se infieren tratos del candidato con la delincuencia. Eso en un enrarecido ambiente electoral en que Fernando Elizondo Barragán, panista que aspira a ser otra vez gobernador, exhorta a los votantes con esta tendenciosa frase que ahora se le voltea: "No dejes que Nuevo León siga en manos del crimen". Las imprudencias del sampetrino harán daño al PAN y a Elizondo, de por sí tan preocupados ya por la ventaja que en las encuestas ha tomado Rodrigo Medina, el candidato priista, y por la decisión de muchos ciudadanos de la zona urbana de anular su voto, o de emitirlo en blanco. Todo lo cual, empero, no evitará quizá que Fernández gane nuevamente la alcaldía del rico municipio. Como también decía Tata Nicho, vamos a ver de qué color pinta el verde... Dos señoras de madura edad murmuraban acerca de una tercera. Dice una: "No tiene arrugas en la cara, y sin embargo sé de buena fuente que no se ha operado". Dice la otra: "Es que usa un truco para restirarse la piel del rostro". Pregunta la primera, muy interesada: "¿Qué truco es ése?". Responde la otra: "No usa brasier"... FIN.