"Soy un gran follador". La maestra vio esa frase escrita con grandes letras en el pizarrón, y pensó que su autor merecía un castigo ejemplar. Les preguntó a los niños: "¿Quién escribió eso?". Pepito se puso en pie y respondió: "Yo fui". Le ordena la profesora: "A la salida te quedas". Pepito, en voz baja, les dice a sus compañeritos: "¿Lo ven? La publicidad siempre da buenos resultados"... No siempre, digo yo. Tan profusa es la que usan los partidos políticos que con ella han hartado ya a los ciudadanos. País pobre es el nuestro, pero con partidos enormemente ricos. Ni los de Estados Unidos tienen los ingresos -"prerrogativas", llama púdicamente la legislación electoral a esos dineros- que obtienen los partidos políticos de México. Esas organizaciones son en la actualidad los únicos negocios rentables que hay aquí, aparte de otros giros negros. De todos los recursos se valen los partidos para metérseles por los ojos a los ciudadanos. Pintan con su color las farolas del alumbrado público, la nomenclatura de las calles, las señales de tránsito. En León hay un puente al que los ingeniosos leoneses llaman "de los tibios", porque de un lado tiene un panteón, y del otro un motel de paso. Entre los fríos y los calientes, pues, pasa el puente de los tibios. Como la actual administración municipal es panista, los barandales del puente son azules. En las ciudades donde domina el PRD todas las cosas públicas se pintan de amarillo. Los priistas favorecen el color rojo. Entre tantos colores recordemos el caso de aquel señor que llegó a la farmacia a comprar un condón. Le dijo el farmacéutico: "Se nos acabaron los de color blanco. Los tenemos nada más en color negro; morados con pintitas verdes, o color de rosa con rayitas fiucha". "Deme uno negro" -pide el cliente. Diez años después se hallaba ese mismo señor en la sala de su casa, leyendo el periódico del día. Se le acerca su hijito menor y le pregunta: "Papá: ¿por qué todos mis hermanos son blancos, y yo soy negro?". "¡Anda, caón! -le responde el señor muy enojado-. ¡Y agradece que no saliste morado con pintitas verdes, o color de rosa con rayitas fiucha!". En los términos de ese cuentecillo supongo que también nosotros debemos dar las gracias de que no haya -al menos todavía- un partido cuyos colores sean el morado con pintitas verdes, o el rosa con rayitas fiucha, porque con tales tonos aparecerían pintados los postes y demás elementos urbanos de las ciudades donde ese polícromo partido ganara la elección... Doña Frigidia le reclamó a su esposo: "¿Por qué nunca dices mi nombre en el momento del amor?". Respondió el señor tímidamente: "Porque temo despertarte"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, se compró un perico para aliviar su soledad. El vendedor le había dicho que el loro hablaba como un loro, pero en la casa de la señorita Himenia el pajarraco enmudeció. Fue ella con el hombre, y éste le aconsejó: "Póngale un espejo en la jaula". Y le vendió el espejo. La medida no dio resultado. Entonces el vendedor le dijo a la señorita Himenia que debía ponerle un columpio al loro. Quizá jugando se animaría a hablar. Tampoco eso funcionó. "Póngale una escalerita" -recomendó seguidamernte el hombre. Días después la señorita Himenia llegó a la tienda, y le dijo al vendedor que el perico había muerto. Le contó: "Y antes de morir habló por fin". "¿Ah sí? -se conmueve el comerciante-. ¿Qué dijo?". Responde la señorita Himenia: "Dijo: '¿Qué no hay comida para pericos en esa tienda donde te están vendiendo tantas indejadas?"... Don Cornulio sorprendió a su mujer en el lecho conyugal con otro hombre. Furioso, le gritó la palabra de las cuatro letras: "¡P...!". Muy digna le contestó ella: "Cornulio: dime lo que quieras, pero indirectas no"... FIN.
