La señora de edad madura tenía ciertos malestares, y fue a consultar a un médico. La revisó el facultativo, y al terminar su examen ofreció un diagnóstico. "Sus síntomas, señora -le dijo a la paciente-, son de origen nervioso. Esa alorritmia que presenta usted; el pulso bigénico que muestra; su falta de reflejos anacámpticos; todo se debe a falta de actividad sexual. Dígale a su marido que quiero hablar con él". Así lo hizo la señora, y el senil esposo fue al consultorio del galeno. Le dice éste: "Las indisposiciones de su esposa obedecen a que le hace falta sexo. Debe tener amor por lo menos tres días en la semana". Pregunta el marido: "¿Qué días sugiere usted, doctor?". "No sé -contesta el médico-. Podrían ser lunes, miércoles y viernes". Replica el hombre: "Los lunes sí se la puedo traer; pero los miércoles y viernes juego al dominó con mis amigos. Tendrá ella que venir en taxi"... El brevísimo ensayo que ahora sigue podría titularse: "Relaciones de la mujer con la historia en las diversas etapas de su vida". 1-. A los 8 años la llevas a la cama y le cuentas una historia. 2-. A los 18 años le cuentas una historia y la llevas a la cama. 3-. A los 28 años no necesitas contarle ninguna historia para llevarla a la cama. 4-. A los 38 años años ella te cuenta una historia para llevarte a la cama. 5-. A los 48 años te cuenta una historia para no ir a la cama. 6-. A los 58 años te alejas de la cama para no oír su historia. 7-. A los 68 años, si la llevas a la cama ¡eso es para la historia!.. Una dama de sociedad le dijo a don Jacinto Benavente, dramaturgo español de corrosivo ingenio: "Don Jacinto: ¿qué opina usted de la calor?". Respondió él: "Que es masculino". Debo decir que la dama de sociedad se expresó bien, y que se equivocaba el dramaturgo español de corrosivo ingenio. La Academia, en efecto, atribuye al sustantivo "calor" el género masculino, pero añade: "U.t.c.f", y eso quiere decir: "Usado también como femenino". Así, es correcto decir "la calor", aunque se escuche mal. Del calor -o de la calor- yo opino esto: tenemos el clima que nos merecemos. La temperatura del planeta va en ascenso (una señora le decía a su apático marido: "El mundo se está sobrecalentando, Feblicio, y tú como si nada"), y somos indiferentes a ese fenómeno que puede llevarnos al desastre. Con inquietud he observado por doquier (y dejen ustedes por doquier: en todas partes) la proliferación de table dances y moteles de pago por evento, establecimientos ambos que contribuyen notablemente a ese sobrecalentamiento, sin que se ponga freno a su expansión. A ese respecto debería haber una reunión internacional de expertos en climatología para determinar los efectos de esos giros en la temperatura del planeta. Propongo como sede el Rancho del Potrero, donde últimamente el calor -o la calor- se ha sentido con particular intensidad. Ya no ganamos para limonada... Tres soldados norteamericanos regresaron a Estados Unidos después de haber combatido en Iraq. El general les dijo que como premio a su heroico desempeño recibiría cada uno 100 dólares por cada pulgada que midiera su cuerpo de un punto a otro que ellos mismos escogerían. "Yo pido que me midan de la cabeza a los pies" -solicitó el primero. Lo midió el general y dijo: "Son 70 pulgadas. Aquí tienes 7 mil dólares". El segundo pidió que lo midieran de uno a otro extremo de sus brazos abiertos. Midió el general y decretó: "Son 75 pulgadas. Aquí tienes tus 7,500 dólares". El tercer soldado, experto en explosivos, dijo: "Yo quiero que me midan de mi ésta a mis éstos". Al general le pareció extraña esa solicitud, pero procedió a tomar la medida. Al hacerlo se sorprendió. Le dijo al soldado: "Ya medí tu ésta, pero no hallo tus éstos". Contesta el hombre: "Están en Bagdad, mi general"... FIN.
