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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Una muchacha iba por la calle. Tropezó y cayó al suelo. Pasaba por ahí el párroco del pueblo, y acudió a ayudarla. "¡Gracias, padre!" -le dice la muchacha. "No es nada, hija -bromea el sacerdote-. Soy experto en levantar mujeres caídas". "También yo soy experta -replica la muchacha-. Con frecuencia me levantan curas"... Decía un inglés: "Si Dios hubiera querido que usáramos el sistema decimal habría tenido 10 apóstoles, no 12"... Una señora pasó sus vacaciones en Florida. Al regresar contó en la merienda del Club de Costura lo que había visto. "Allá la fruta crece increíblemente -dijo-. Los plátanos son de este tamaño, y las naranjas son así". Y al decir eso señalaba las medidas con las manos. Una de las invitadas vio desde el otro extremo del salón los ademanes de su amiga. A todo correr fue hacia ella y le preguntó con ansiedad: "¿Quién? ¿Quién?"... El elegante caballero estaba comiendo en "Las Cortesías de Atila", famoso restorán de la Zona Rosa en la Ciudad de México. Llamó al mesero y le dijo con enojo: "¡Oiga! ¡Encontré una mosca en mi sopa!". Le indica el tipo: "Al salir déjela con la cajera, por favor. Quizá alguien la reclame"... Una ancianita se hallaba en el lecho de su última agonía. Su hijo le dice con voz grave: "Madre mía: está usted ante las puertas de la eternidad. En tan solemne instante dígame: ¿quién fue mi padre?". Penosamente responde la viejita: "Hijo: ve al Archivo Casasola; pide que te muestren fotografías de revolucionarios, y escoge el que te guste más. La verdad, en aquella revoltura yo no supe". (Señora: por lo menos dígale a su hijo si debe buscar entre los federales, maderistas, carrancistas, villistas, zapatistas, orozquistas, obregonistas, callistas, escobaristas, almazanistas, delahuertistas u otros. Sea una buena madre; déle alguna pista)... Yo nunca he sido volteriano. Ni siquiera Voltaire fue volteriano. Sin embargo voy a parodiar al gran francés. Y digo: "Defenderé hasta la muerte -claro, sin exagerar- el derecho que tienes de decir lo que piensas, pero te reprocharé que trates de imponer tu pensamiento a los demás". Con motivo de la muerte de Michael Jackson el Presidente Calderón sufrió un ataque súbito de moralina, y nos infligió una serie de consideraciones teológicas de su santiscario que cuadran bien a una catequista como la señorita Peripalda, pero no al gobernante de un país que tiene en el laicismo una de sus mejores tradiciones. Hasta yo, que he llenado de santitos la cabecera de mi cama -algunos de ellos, como San Cristóbal, proscritos por la Iglesia ya, y descontinuados, a pesar de lo cual me sigo encomendando a él en mis peregrinares-, hasta yo, digo, pienso que en esta ocasión el señor Presidente miccionó fuera de la vasija redonda de barro o de metal, que comúnmente forma barriga, con cuello y boca anchos y con una o dos asas, la cual sirve para cocer alimentos, calentar agua, etcétera. Con el mismo respeto para su teoría sobre la muerte del susomencionado Jackson, y sin ser yo, como don Felipe, experto en determinar las causas del deceso de alguien, voy a decir por qué creo que Michael Jackson estiró la pata. Pensó: "¡Joder! Gasté millones para convertirme en blanco, ¡y ahora resulta que el personaje más importante y famoso de Estados Unidos y del mundo es negro!". Pensó eso el cantante y bailarín, y le vino un soponcio, patatús, hoguío o telele que lo sacó del mundo incontinenti. ¡He ahí las funestas consecuencias que sufre aquél que... (Nota de la redacción: Nuestro amable colaborador se extiende 22 cuartillas más en consideraciones de moral que lamentablemente, por falta de espacio, nos vemos en la necesidad de suprimir)... FIN.

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