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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Pepito le pregunta a su mamá: "Mami: cuando terminas de hacer el amor con mi papá ¿¿le das las gracias?". La señora, sorprendida por la insólita pregunta, le responde: "La verdad, Pepito, no". La amonesta el chiquillo con severidad: "¿Entonces de nada te sirvió la educación sexual?"... Tierra Santa ocupa el segundo sitio en materia de resurrecciones. El primer lugar lo tiene México. Si de política se trata, a nadie se puede dar por muerto en este país. De sus fracasos -de sus madrazos- el PRI se levantó, y es otra vez la primera fuerza política en la República, de cara a la elección presidencial. No cabe duda: Beatriz Paredes ha hecho un trabajo inteligente y tesonero que ahora rinde frutos. Eso, y las erradas estrategias de golpes bajos y guerra sucia impuestas por la dirigencia nacional del PAN -¡qué buen aliado del PRI resultó Germán Martínez!-, llevaron a Acción Nacional a lo que bien podría llamarse una debacle. Ayer muy tempranito sonó el teléfono en mi casa, la de ustedes. Las 7 de la mañana eran apenas. A esa hora yo ya he empezado mi labor de cada día, supongo que por influjo de mis ancestros campesinos. Descolgué la bocina, y dije: "Bueno". Así, optimistas siempre, los mexicanos contestamos el teléfono, sin saber si lo que va a venir es bueno o no. Una voz me dijo: "¡Profeta!". Era un querido amigo mío de Monterrey que leyó mis consideraciones sobre el posible resultado de la jornada electoral del día 5, especialmente en Nuevo León, y me congratulaba. "Todo lo que vaticinaste salió, punto por punto". No soy adivino, por supuesto, y menos aún analista o politólogo. Soy simplemente alguien que sabe oír a la gente, y percibir su sensibilidad. Hay quienes especulan. Yo pregunto. Y preguntando, preguntando, hallo respuestas. Eso no es ser profeta: es saber que la gente común tiene la última palabra, y aprender a oírla con humildad. Ahora sabemos ya los resultados. Podemos profetizar, entonces, sobre lo ya sabido, que es un seguro modo de vaticinar. Cada quién haga sus predicciones. La mía es que el poder central irá disminuyendo cada vez más, mientras se fortalecerán las instancias de poder locales. Eso por una parte. Por la otra, dilapidado el capital político del PAN, y desintegrado casi el PRD, el PRI, al que muchos en el 2000 consideraron muerto y sepultado, emerge de nueva cuenta como el partido mayoritario en México. Podrá ganar la próxima elección presidencial con una condición: ir a la gente, especialmente a los marginados -a los pobres, quiero decir-, y con una eficaz obra de justicia social impedir que esos millones de mexicanos caigan en manos del caudillismo y de la demagogia populista. El PRI había muerto. Vive otra vez el PRI. Si quiere seguir viviendo debe vivir para México, y especialmente para los mexicanos pobres... Tu última frase, columnista, me produjo un espasmo en el píloro que a través del orificio pilórico me llegó hasta el duodeno. Quizá si narras un par de chascarrillos ese penoso malestar se aliviará... El abogado le dice a su cliente, un hombre acusado de homicidio: "Le tengo dos noticias; una mala y una buena". "¿Cuál es la mala?" -pregunta tembloroso el individuo. Responde el letrado: "Los investigadores analizaron su sangre, y su ADN coincide totalmente con el de la sangre encontrada en la ropa de la víctima". "¡Santo Dios! -empalidece el acusado-. Y ¿cuál es la buena noticia?". Contesta el abogado: "No trae usted colesterol"... El novio se presentó por primera vez al natural ante su flamante mujercita. Le dice ella: "Meñico: te dije que me gustaban los pequeños detalles. ¡Pero éste es demasiado pequeño!"... FIN.

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