Un individuo llegó a la cantina y se sentó, sombrío, ante la barra. Le dice el cantinero: "Lo veo triste, amigo. ¿Qué le pasa?". Responde el tipo con pesarosa voz: "Descubrí que a mi hermano menor le gustan los hombres". "Ese no es motivo para que se aflija -le dice el de la taberna-. Cada quién puede ejercer su propia preferencia sexual. Tómese un tequila por cuenta de la casa". Al día siguiente el individuo llegó de nueva cuenta. "Lo miro otra vez acongojado -le dice el barman-. ¿Qué le sucede ahora?". Contesta el sujeto: "Descubrí que a mi hermano mayor también le gustan los hombres". "Vamos, vamos -lo tranquiliza el cantinero-. Vuelvo a decirle que eso no lo debe atribular. Toda persona tiene derecho a ejercer libremente su sexualidad, con tal de no hacerse daño ni causarlo a los demás. Le serviré otro tequila por cuenta de la casa". Al siguiente día llegó otra vez el individuo. Se le veía más desconsolado aún que en las ocasiones anteriores. "Y ahora ¿qué le pasa? -inquiere el tabernero. "Descubrí -responde el sujeto-, que a mi padre también le gustan los hombres". "¡Caramba! -exclama con asombro el cantinero-. ¿Qué a nadie de su familia le gustan las mujeres?". "Sí -responde con hosquedad el tipo-. Descubrí que le gustan a mi mamá. Sírvame el tequila doble"... Don Senilio, caballero entrado en años, pero aún con pedacitos buenos, le tapó los ojos a Himenia Camafría, madura señorita soltera, y le dijo con tono travieso: "Dígame quién soy, querida amiga. Si se equivoca tendrá que permitirme que le dé un beso". Sin vacilar responde la señorita Himenia: "¡Don Miguel Hidalgo y Costilla!"... La hija de doña Panoplia, dama de la alta sociedad, regresó del cine, y platicó: "La película era de terror. En algunas escenas la carne se me ponía de gallina". "¡Por Dios, niña! -se escandaliza doña Panoplia-. A las de nuestra condición no se nos pone la carne de gallina. ¡Se nos pone de pavo real!"... Le dice la mamá a su hija en edad de merecer: "Me preocupa cuando sales con tu novio, Sabanilia. ¡Hay tantos peligros en la calle!". "No te preocupes, mami -responde Sabanilia-. No andamos en la calle: de la casa al motel y del motel a la casa"... Pirulina les anunció a sus papás que estaba un poquitito embarazada. "¡Por vida de...!" -exclamó su padre, que tenía la mala costumbre de no terminar nunca las frases. A causa de ese hábito tan pernicioso jamás sabremos por vida de quién juró el severo genitor, y eso nos mantendrá en suspenso hasta el último día de nuestra existencia. Aun así le preguntó a su hija: "Y dime: ¿se casará contigo el papá de la criatura?". "Hay muchas probabilidades de que sí -responde Pirulina-. Ya tengo la promesa de seis de ellos"... Doña Gorgolota fue víctima de un síncope, y pasó a mejor vida. El médico que acudió a dar fe del deceso le preguntó al marido: "¿Dijo algo su esposa antes de morir?". "Dijo muchas cosas -respondió el viudo-. Estuvo hablando sin interrupción desde que me casé con ella"... Meñiquito se hallaba en la puericia. Así se llama la edad que media entre los 7 y los 14 años. Por desgracia el niño estaba dotado con pobreza en la región de la entrepierna. Su mamá lo llevó con un doctor, y éste le dijo que la ciencia médica acababa de hacer un gran descubrimiento: los sándwiches de mantequilla de maní con mermelada de frambuesa hacían que se desarrollara la parte varonil de quienes la tenían subdesarrollada. A la mañana siguiente Meñiquito vio sobre la mesa de la cocina un altero formado por 30 sándwiches de mantequilla de maní con mermelada de frambuesa. Le preguntó con asombro a su mamá: "¿Todos esos sándwiches son para mí?". "Sólo el de mero arriba -contesta secamente la señora-. Los otros 29 son para tu papá"... (No le entendí)... FIN.