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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Discutían dos tipos en el bar. Ambos estaban poseídos ya por los espíritus cuya medición debemos a los arduos estudios emprendidos por el famoso científico Joseph Louis Gay-Lussac (1778-1850). Le dice uno de los ebrios al otro: "Por lo que te conozco puedo decir que no sabes hacerle bien el amor a una mujer". "Sí sé" -contesta el otro. "No sabes". "Sí sé". "Te digo que no sabes". "Bueno -propone el otro-. Vamos a preguntarle a tu señora, y que ella decida"... Un mexicano vio una guapa rubia en el lobby del hotel de Las Vegas. Le preguntó: "¿Habla usted español?". "Poquitou" -respondió ella-. "¿Cuánto?" -volvió a preguntar el mexicano. Y respondió la muchacha en perfecto español: "Mil dólares"... La señora se espantó al oír casualmente lo que su hija hablaba con su novio por teléfono. "Nada de que un dedito, Abusivo -decía con tono terminante la muchacha-. Primero es un dedito, luego ya no se puede una aguantar, y sigue todo lo demás, y así empiezan los problemas". "¡Rosilí! -exclama llena de susto la señora-. ¿Qué estás hablando con tu novio?". "Nada, mami -responde la muchacha-. Le regalaron una botella de brandy, y quiere que en la fiesta de hoy en la noche me tome yo aunque sea un dedito"... Quizá todavía la izquierda mexicana tenga una oportunidad. Sólo la tendrá si logra unirse. Y eso será difícil, pues dividida ha estado siempre. El más grande factor de división entre los izquierdistas es hoy por hoy López Obrador. No renuncia a sus aspiraciones, y exige que toda acción se subordine a él. La mayoría de los observadores coincide en que sus posibilidades de llegar a la Presidencia serían considerablemente menores a las que tuvo en 2006, pero él confía en el creciente descontento de la gente, y en la pobreza del pueblo, para buscar ser nuevamente candidato. Desde luego no es el único aspirante de la izquierda. Marcelo Ebrard navega con bandera de p -de político, quiero decir- por el mar proceloso perredista, y aguarda la ocasión de cortar el cordón umbilical que lo ata a AMLO. Tendrá que hacerlo más temprano que tarde si quiere labrarse a tiempo una personalidad que le permita entrar con luz propia en la contienda, y ganar imagen, pues ahora la tiene deslucida y aminorada por la sumisión que muestra ante el mañoso Andrés Manuel. Esperemos, en fin, a ver qué curso toman las cosas de la izquierda. Por ahora no se ven muy derechas... La mucama de la casa de Pepito lo acusó de haberla forzado, de haber adquirido por medios de violencia lo que sólo de grado entrega una mujer. Los papás del precoz infante contrataron a un famoso abogado, diestro en añagazas procesales, a fin de que con su astucia lo sacara de ese trance. Al empezar el juicio hizo el fiscal que la muchacha declarara ante el jurado cómo aquel niño, pese a su corta edad, había satisfecho en ella sus primeros instintos de libídine. Cuando le tocó el turno a la defensa, el abogado de Pepito hizo comparecer al niño, lo puso frente al jurado y ante el asombro de todos le pidió que se bajara la ropita. Pepito obedeció con inquietud, y el defensor empezó su alegato. "Señores del jurado -dijo-. Después de haber oído a la parte acusadora quiero que miren la parte del acusado". Y así diciendo el audaz abogado tomó por esa parte al asustado Pepito. "¿Ustedes creen -prosigue el defensor al tiempo que con los dedos agitaba la parte acusada- que con esta partecita pudo el acusado haber cometido la villanía que se le imputa? ¿Creen ustedes que con esta infantil parte...". Pepito lo interrumpió. En voz baja le dijo al licenciado: "Ya no le mueva, abogado. Está creciendo la evidencia en mi contra"... (No le entendí)... FIN.

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