En la plaza del pueblo estaban dos amigos, el uno oriundo del lugar, el otro visitante. Advirtieron de pronto que venía un individuo astroso de ojos desorbitados y ropa hecha jirones. El hombre blandía, amenazante, un gran cuchillo. "Corramos -le dice el del pueblo a su invitando-. Ese loco le corta los éstos al que tenga más de tres". "¿Por qué nos hemos de ir? -pregunta con extrañeza el visitante-. Ni tú ni yo tenemos más de tres". "Corramos, te digo -insiste el lugareño-. El maldito primero corta y luego cuenta"... En plena luna de miel la muchacha tomó el teléfono desde su hotel en la Ciudad de México, y llorando le dijo a su mamá: "¡Descubrí que Ovonio es el hombre más perezoso del mundo!". "Que eso no te inquiete, hijita -la tranquilizó la señora-. Tu padre ha sido siempre un haragán, y sin embargo la hemos pasado bien". "No compares, mamá -replica la recién casada-. Ovonio es aún más flojo. La noche de bodas se subió sobre mí, y luego se quedó quieto. Le pregunté: '¿Qué te sucede?'. Y me dijo: 'Estoy esperando que venga un terremoto, para no tener que moverme yo'"... El flamante converso, hombre en plenitud de edad, iba a recibir el bautismo. Le preguntó el padre Arsilio: "¿Renuncias a Satanás?". "Renuncio" -contestó él. "¿Renuncias al mundo?". "Renuncio". "¿Renuncias a sus pompas?". Y pregunta con inquietud el tipo: "¿A las de quién?"... Los jefes de primera buscan tener colaboradores de primera. Los jefes de segunda buscan tener colaboradores de tercera. Y es explicable: un buen jefe está seguro de sí mismo; en cambio un jefe mediocre no quiere que ninguno de sus colaboradores le haga sombra, y teme que uno de ellos le quite su lugar, por eso busca gente de calidad inferior a la suya. ¿Por qué fue grande don Benito Juárez? Porque todos sus ministros sabían más que él en sus respectivos ramos. El Presidente Calderón ha escogido a sus colaboradores con criterio de amistad, o partidista, sin atender principalmente a las cualidades y méritos de sus allegados. Por eso su Administración no ha sido precisamente brillante, antes bien se ha caracterizado por la opacidad. Dejando a un lado la lucha contra la delincuencia organizada, que más ha tenido de valiente que de efectiva, en los demás renglones el régimen calderonista no ha dado nada, como decían los cronistas de antes, para escribir a casa. Y me temo que es demasiado tarde ya para enmendar el rumbo. Aunque don Felipe haga cambios, lo más seguro es que esos cambios sean para seguir igual. Ni modo... Viene ahora un cuento poco recomendable. Las personas que no gusten de leer cuentos poco recomendables deben pedir a alguien que se los lea... La señora le dijo a su marido: "No hemos comido carne en varios meses, Avaricio. Dame dinero para comprar por lo menos medio kilo de molida". "Ven conmigo" -respondió el cicatero individuo. Sacó de su cartera un billete de 500 pesos y lo puso frente al espejo. Le dice a la señora al tiempo que le mostraba la imagen del billete reflejado en el espejo: "¿Ves ese billete? Es tuyo". Luego le pone frente a los ojos el billete y le dice: "¿Ves este billete? Es mío". Así diciendo lo guardó otra vez en la cartera y se fue riendo con risita burlona. Esa noche llegó el sujeto al domicilio conyugal y encontró a su esposa en la cocina, acomodando en el refrigerador varios kilos de carne, y no molida, sino de lo mejor: tibones, sirlones, filetes, lomo y New York cut. "¿De dónde salió toda esa carne?" -le preguntó, asombrado. "Ven conmigo" -respondió la mujer. Y lo llevó frente al espejo. Se levantó el vestido y puso el profuso tafanario frente a la bruñida superficie de cristal. "¿Ves ésas nachas? -le pregunta mostrándole las que se reflejaban en el espejo-. Son tuyas". Añadió luego mostrándole las verdaderas: "Y ¿ves estas otras? Ahora son del carnicero"... FIN.