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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Murió un comerciante. Llegó al Cielo y pidió ser admitido en la mansión de la felicidad eterna. San Pedro, el portero celestial, revisó su expediente y le dijo: "Lo siento mucho, amigo. Leo aquí que en vida dejaste de pagar impuestos por 50 mil pesos. Si quieres entrar en la morada de los justos tendrás que pasar 50 años en el Purgatorio. Tu castigo será pasarlos con una mujer fea". Pocos meses después otro comerciante, amigo del anterior, murió también. San Pedro revisó sus libros y le dijo: "No puedo admitirte. Dejaste de pagar impuestos por 100 mil pesos. Deberás pasar 100 años en el Purgatorio, en compañía de una mujer horrible". Cierto día los dos comerciantes estaban quejándose de su suerte, y de lo duro que era vivir junto a aquellas espantosas anfisbenas. En eso vieron pasar a otro comerciante, conocido de ambos, que llevaba del brazo a la mujer más guapa que es dable imaginar, de rostro perfecto y esculturales formas. Siguieron al tipo, y llamándolo aparte le preguntaron qué había hecho para merecer una hembra de tal belleza. "No hice nada -responde el otro comerciante-; simplemente me la asignaron. Y no me quejo. Lo único que no me gusta de ella es que cada vez que estamos juntos masculla entre dientes: '¡Malditos impuestos!'... Otro individuo pasó también de esta vida a la otra, y llegó a las puertas del Cielo. San Pedro, portero celestial, vio su expediente, y le informó que no tenía derecho a entrar en el paraíso. "¿Por qué? -protestó el tipo, que había alcanzado a leer algo del expediente-. Ahí dice: 'Obró bien'". Replica San Pedro: "Esa no es tu hoja de conducta. Es el reporte de tu último día en el hospital"... El problema con los sindicatos mexicanos es que se convirtieron en patrones. En efecto, los trabajadores -sus líderes, sobre todo- se hicieron parcialmente dueños de las empresas a que pertenecían, o de los servicios que prestaban. El sindicato de electricistas se apropió de la electricidad; el sindicato de petroleros se apoderó de PEMEX; el de ferrocarrileros consiguió que ni una sola rueda de carro de ferrocarril se moviera sin su voluntad; el SNTE se adueñó de la educación, hasta el punto en que ahora el Estado mexicano tiene que pedirle permiso a "La Maestra" para impartir la enseñanza en las escuelas. Entes valiosos son los sindicatos cuando se dedican al que debe ser su fin: la defensa de sus agremiados. Si se apartan de ese propósito fundamental se convierten en un riesgo; son causa de corrupción e ineficacia. Cambios urgentes requiere este país, que lo saquen de su atraso y lo pongan por fin en el camino de la modernidad. Esos cambios no se podrán lograr sin una legislación que evite los abusos de todo orden que se originan en un sindicalismo mal entendido y peor ejercitado... De regreso de la luna de miel la muchacha les contó a sus amigas: "En el hotel donde estuvimos son de lo más atentos. Nos pusieron en nuestra habitación dos letreros que decían: 'Bienvenidos a la suite nupcial'". "¿Por qué dos letreros?" -preguntaron las amigas. Explica la muchacha: "Uno en la cabecera de la cama, para que lo viera él, y otro en el techo del cuarto, para que lo viera yo"... Alguien le informó a Ovonio Grandbolier, el hombre más flojo del condado, que una hija suya había sido vista en un burdel, manflota, ramería, casa de mala nota, zumbido, mancebía o lupanar. Ahí se ganaba la vida trabajando de prostituta. Ovonio se echó a llorar desconsoladamente. "¡Qué vergüenza! -exclamó gemebundo-. ¡En mi familia jamás alguien había trabajado... FIN.

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