En la noche de bodas el inocente novio le preguntó a su flamante mujercita: "Dime, Rosibel: ¿cuántos hombres ha habido en tu vida?". Ella guardó silencio. Se hizo una larga pausa cargada de tensiones. "Estoy esperando" -dijo con severidad el desposado. "Y yo estoy contando -replica la muchacha-. Apenas voy en la letra C"... Los pasajeros del jet en vuelo transoceánico se quedaron estupefactos cuando de pronto todos los sobrecargos -hombres y mujeres- aparecieron en la cabina del avión casi en peletier; ellas luciendo ropa interior provocativa y medias de malla con liguero; ellos cubiertos apenas por una tanga diminuta. "Damas y caballeros -anuncia el capitán por el sistema de sonido-. No nos llegaron a tiempo las películas, de modo que hemos imaginado otra manera de hacer que su viaje sea placentero"... Decía una señora: "Mi marido fuma solamente después de hacer el amor. Una cajetilla le dura cuatro años"... En el cementerio del pueblo se estaba celebrando el funeral de una señora. El borrachito del lugar pasó por ahí y se acercó a curiosear. Quien hacía el elogio fúnebre dijo en ese momento refiriéndose a la dama: "Era de seda por fuera, y de acero por dentro". "¡Caramba! -se espantó el borrachito-. ¡Están enterrando un paraguas!"... Un turista norteamericano le preguntó a Babalucas algo en inglés. Babalucas bajó la vista. Repitió la pregunta el visitante, y Babalucas agachó de nuevo la cabeza. Habló otra vez el americano, y otra vez inclinó la frente Babalucas. Se acerca alguien que hablaba inglés; le informó al turista lo que quería saber y luego le preguntó a Babalucas: "¿Por qué bajaba usted la vista cada vez que hablaba el norteamericano?". Explica Babalucas: "Es que en las películas americanas siempre ponen abajo el letrero en español"... El señor y su esposa estaban haciendo el amor. De súbito le dice él a ella: "Nevilia: pienso que algo no anda bien en nuestra relación sexual. Me gustaría escuchar tu punto de vista acerca de eso". Responde la señora: "Te lo diré en el próximo comercial"... Viajaba un mexicano por España, y en Madrid se le acabó el dinero. Decidió buscar trabajo, y en un restaurante vio un letrero: "Solicito ayudante". Entró y pidió el empleo. Le dice el encargado: "Es de pinche de cocina". "Aunque sea de jijo de la tiznada -responde el mexicano-. Lo que necesito es trabajar"... En el club nudista uno de los socios le dice a la preciosa chica: "¡Te deseo tanto, Bustilia!". Ella baja la vista, y en seguida exclama: "¡Mira, de veras!". (No le entendí)... Contrajo matrimonio Cardino, joven que padecía debilidad del corazón. La noche de bodas la ardiente novia se le trepó encima y empezó a hacerlo objeto de entusiasmadas muestras de pasional amor. "¡Frena tus lúbricos impulsos, Sabanilia! -suplica él con inquietud-. ¡Acuérdate de mi débil corazón!". Responde ella sin suspender sus acrobacias: "¡Tu corazón para nada lo vamos a necesitar!"... Don Feblicio llegó a su casa después de la consulta con el médico. Le contó a su mujer, doña Abusivia: "Dice el doctor que tengo alta presión". "Posiblemente la tengas -replica ella con acritud-, pero no donde deberías tenerla"... El señor cura era algo sordo. Le dice el penitente: "Me acuso, padre, de que tengo relaciones con una mujer casada". "No te oigo, hijo" -le indica el sacerdote. Repite el hombre en voz más alta: "¡Me acuso de que tengo relaciones con una mujer casada!". "Habla más fuerte" -le pide el señor cura. Y grita el individuo a voz en cuello: "¡Le digo que tengo relaciones con una mujer casada!". Para entoces ya todas las feligresas que estaban en el templo había oído aquello. Así, el tipo se asoma del confesionario y dice en alta voz: "En vista de lo sucedido, señoras, no me queda más que ponerme a sus apreciables órdenes"... FIN.