Babalucas contrajo matrimonio con Frinesia, la única mujer pública que había en su pueblo. "¿Por qué te casaste con ella?" -le preguntaron sus amigos, consternados. Con laconismo respondió él: "No me gustaba hacer cola"... Un sujeto se fue a confesar con el padre Arsilio. "Me acuso -le dijo- de que deseo a la mujer de mi vecino". Inquiere el confesor: "¿Has tenido relación carnal con ella?". "No, padre -responde el penitente-. Me he limitado a desearla sin poseerla". "¡Pos cómo eres bruto! -exclama el padre Arsilio-. ¡La penitencia es la misma!"... Tocinia, mujer joven, era bastante gordita. Se dispuso a subir al autobús, y como vestía una falda algo apretada se llevó la mano hacia atrás para bajar un poco el zipper y moverse con más facilidad. Ya en el autobús notó que un individuo se le acercaba sospechosamente. "¿Qué hace usted?" -le pregunta. "Perdone -responde el sujeto-. Como hace un momento me bajó usted el zipper del pantalón, pensé que había confianza"... La historia que en seguida voy a relatar es una historia triste. Allá por los sesentas del pasado siglo llegaba a México cada año una caravana de vehículos procedentes de Estados Unidos. Esos vehículos eran de los llamados "trailer house", casas rodantes. En ellos venían norteamericanos en edad de retiro que gustaban de nuestro país, lo amaban, y pasaban aquí sus vacaciones. Simpática y agradable gente era ésa, de buena voluntad. No eran ricos los viajeros, pero eran generosos. En mi ciudad se les recibía con afecto, pues hacían compras en el mercado local y en las pequeñas tiendas de curiosidades, y además dejaban siempre un regalo en dinero destinado a alguna obra benéfica: la Cruz Roja, el asilo de ancianos, el orfanatorio. Sucedió de repente que la Caravana "Wally Byam" -así se llamaba aquel amable grupo- ya no regresó. Fue como si las golondrinas hubiesen dejado de llegar. Yo era reportero de periódico, y mi director me encargó que investigara la razón de aquella ausencia. Logré localizar al jefe del grupo. Me dijo: "Ya no podemos ir a México. En muchas carreteras y calles han puesto topes, y nuestros vehículos, que son muy bajos, sufren daños al pasar por ellos. Queremos mucho a México, pero ahora nuestros viajes serán a Canadá". Los topes se ponían porque los mexicanos rara vez respetamos los límites de velocidad. Por esa causa mucha gente sufrió pérdidas, y México también. De esto saco una moraleja: el incumplimiento de la ley -aun de una simple reglamentación municipal- trae consecuencias que no podemos prever. Los topes perjudicaron a mucha gente que ni siquiera pasaba por ellos. Mejor ya no le sigo... Una señora de 80 años, viuda, aceptó salir con un caballero de 90. Cuando volvió a su casa relató su experiencia: "Tuve que cachetearlo en tres ocasiones". "¿Se puso fresco?" -pregunta una de las nietas. "No -responde la señora-. Se me dormía"... Nirvano y Karmo eran muy amigos. Por desgracia Nirvano sufrió un accidente, y en él perdió la vida. Pocos días después Karmo estaba durmiendo cuando se despertó al oír una voz que lo llamaba. Era su amigo, que le hablaba desde el otro mundo. "Estoy muy bien -dice Nirvano-. Me levanto temprano, y luego me paso todo el día comiendo y haciendo el amor. Lo hago 25 veces diarias". "¡Fantástico! -exclama Karmo-. ¡Me gustaría estar yo también en el paraíso de los creyentes!". "¿Cuál paraíso? -responde Nirvano-. Existe la reencarnación, y reencarné en gallo"... "Mami- pregunta la ingenua chica-, cuando un hombre te besa ¿que te quiere decir?". "Mira -contesta la señora-. Si te besa con ternura, te está diciendo que te quiere. Si te besa con pasión, te está diciendo para qué te quiere"... FIN.