Babalucas sacudía violentamente por los hombros a su pequeño hijo. Lo vio un vecino, y acudió presuroso al sitio de la escena. "¿Qué sucede?" -le preguntó a Babalucas. "Soy guitarrista -explicó el tonto roque-, y este chiquillo travieso me desafinó una cuerda de la guitarra". Le dice el vecino con severidad: "Ese no es motivo para que lo maltrate así". "¡Claro que es motivo! -replica con enojo Babalucas-. ¡No quiere decirme cuál de las seis cuerdas es la que desafinó!"... El recién casado regresaba del trabajo por la noche y le preguntaba a su mujercita: "¿Qué hay de cenar?". Ella no había hecho nada -no era muy dada a cocinar-, y respondía: "Esto". Y se daba la vuelta para mostrarle a su marido su lindo traserito. Aquel menú era muy grato para el muchacho, claro, de modo que se olvidaba de cenar. Pero a las dos semanas se cansó. No sólo de eso vive el hombre. Una noche encendió la estufa. "Siéntate ahí" -le pidió a su mujercita. "¿Para qué?" -respondió ella, temerosa. Explicó el muchacho: "Hoy quiero la cena caliente"... El siquiatra le dijo a la robusta dama: "Su problema de sobrepeso, doña Gorgolota, puede tener solución por una triple vía. Primera: debe usted eliminar la obsesión compulsiva de autodestrucción que pone en conflicto su yo interior con la realidad del mundo externo. Segunda: debe usted evitar una confrontación depresiva de su percepción metasensorial, y poner en armonía su soma con su psique. Tercera: debe usted dejar de comer como una vaca"... A los políticos mexicanos les falta generosidad. Son linces para ver su interés, el de su partido o su facción; pero son topos que no miran el bien de su comunidad, el bien de México. La misma mezquindad puede apreciarse en los grandes grupos empresariales y de la comunicación. Nadie al parecer piensa ya en México; todos se ocupan solamente en buscar su propio medro. Si las cosas siguen igual; si cada quien mira nada más lo suyo y se olvida del beneficio general, será imposible que México salga de la difícil situación en que se encuentra ahora. Debemos cambiar. Voy a decirlo en frase muy melodramática, pero no por melodramática menos ominosa y verdadera: en este país, o nos salvamos todos juntos, o todos juntos nos vamos a perder. Y ya no digo más, porque cuando escribí eso sentí un escalofrío que me bajó por la columna vertebral, desde la nuca hasta no quiero decir dónde... La mamá de Pepito le repasaba la lección de geografía. Le preguntó: "¿Cuál es la capital de Coahuila?". Pepito no respondió. "Es Saltillo -le dice la mamá-. Y por no haberlo sabido no te daré sal hoy en la noche". "A ver -le preguntó en seguida-. ¿Cuál es la capital de Aguascalientes?". Tampoco pudo contestar Pepito. "Es Aguascalientes -le dice la mamá-. Y por no haberlo sabido no te daré agua hoy en la noche". En eso intervino el papá de Pepito. "Pregúntame a mí algo" -le pidió a la señora. "Dime -interrogó ella-. ¿Cuál es la capital de Sinaloa?". El señor se quedó callado. Y le dice Pepito a su mamá: "¿Le das tú la mala noticia, o se la doy yo?"... Llegó a su casa don Leovigildo, y casi se cayó de espaldas al contemplar un insólito espectáculo: su esposa, doña Macalota, estaba en el jardín completamente en peletier, quiero decir sin ropa. Y no sólo eso: acostada sobre la espalda tenía las piernas levantadas al aire, abiertas en forma de compás. "¡Divina claridad! -exclamó don Leovigildo, que era al mismo tiempo devoto rezador y aficionado a la música de Lara-. ¿Qué significa esto, Macalota? ¿Por qué te encuentro así?". Replica la señora sin cambiar de posición: "Me quemé la mano con la plancha. Fui a ver al médico, y me recetó que me pusiera con el zunfiate al sol". Don Leovigildo lee la receta y luego exclama: "¡Mentecata! ¡Aquí no dice que te pongas con el zunfiate al sol! ¡Dice que te pongas sulfatiazol!"... (Nota: El sulfatiazol es un derivado de la sulfanilamida cuyo nombre completo es paraaminobencenosulfonamidotiazol)... FIN.