El alcalde recién electo de un pequeño pueblo iba a dar el Grito de la Independencia la noche del 15 de septiembre. No sabía cómo cumplir la ceremonia, y le pidió al secretario del Ayuntamiento, profesor él, y por lo tanto "léido y escrebido", que le fuera diciendo las palabras de ritual. Ya en el balcón, ante la gente que llenaba de bote en bote la plaza del lugar, el munícipe empezó a ondear la bandera nacional, conforme a las instrucciones de su secretario, y a gritar con clamorosa voz lo que éste le dictaba al oído: "¡Viva la Independencia!". "¡¡¡Vivaaa!!!", coreó la multitud, entusiasmada."¡Vivan los héroes que nos dieron patria!". "¡¡¡Vivaaaan!!!" se oyó la voz unánime del pueblo. "¡Viva Hidalgo!". "¡¡¡Vivaaa!!!". "¡Viva Morelos!". "¡¡¡Vivaaa!!!". "¡Viva Allende!". "¡¡¡Vivaaa!!!". Contagiado por el fervor patriótico del pueblo, el alcalde agotó la lista de los héroes que el protocolo marca, y se siguió de largo con otros héroes, pues se sentía obligado por el encendido nacionalismo de sus gobernados. Así, gritó con ardimiento: "¡Viva Madero!". "¡¡¡Vivaaa!!!", respondió la gente. "¡Viva Carranza!". "¡¡¡Vivaaa!!!". El señor alcalde vaciló, pero otros nombres le llegaron a la mente. "¡Viva Villa¡". "¡¡¡Vivaaa!!!". "¡Viva Zapata!". "¡¡¡Vivaaa!!!". Conforme proseguía el señor alcalde su heroica relación, iba aumentando en intensidad el patriotismo de la concurrencia. "¡¡¡Viva Cárdenas!!!", gritó, ya trasudando, pues no podía recordar más héroes. "¡¡¡Vivaaa!!!", se oyó el eco estentóreo de la muchedumbre. La mente entonces se le puso en blanco al jefe del ayuntamiento. Por más esfuerzos que hizo no pudo traer a la memoria el nombre de ningún otro héroe. Desesperadamente se volvió hacia su secretario y le ordenó con angustiada voz: "¡Échame más, cabrón! ¡La raza está caliente!"... El Gobierno Federal no ha encontrado otra manera de resolver sus problemas económicos más que aumentando los impuestos. El secretario de Haciendo ha demostrado gran imaginación para agravar gravámenes. Eso ha molestado a los contribuyentes, que se muestran irritados por tanta carga y por recargos tantos. Al contrario de aquel alcalde pueblerino, el presidente Calderón debería decirle al señor Carstens: "¡La raza se está calentando! ¡Ya no les eches más!"... El padre Arsilio reprendió con severidad a Pirulina: "Me dicen que estás teniendo sexo prematrimonial". "Calumnias, señor cura -se defendió ella-. Estoy teniendo sexo, es cierto, pero no es prematrimonial, porque no intento casarme"... La señorita Peripalda consiguió que el circo recién llegado al pueblo invitara a las niñas y niños del catecismo a ver gratuitamente una función. A la mitad del espectáculo algunos de los pequeños quisieron ir al baño. Regresó uno y le dijo a la señorita Peripalda que los niños no alcanzaban el urinario. Fue ella, y levantando uno por uno a los chiquillos los ayudó a hacer lo que tenían que hacer. Al levantar a uno observó que estaba excesivamente dotado para su tierna edad. Inquieta, le preguntó: "¿Tú estás en el catecismo?". "No, señorita -fue la respuesta-. Estoy en el circo. Soy el enano Pitotón"... En el bar un sujeto le dijo con tristeza a su compadre soltero: "Mi esposa me dijo que me dará sexo nada más una noche por semana". "¿Y te quejas? -respondió sombríamente el otro-. A mí me tiene reducido a una noche al mes"... El individuo le dice a la muchacha: "Estoy haciendo una encuesta. ¿Qué piensa usted del sexo en la televisión?". Responde ella. "Nunca lo he hecho ahí, pero supongo que ha de ser bastante incómodo"... Le contó un tipo a su amigo: "Mi esposa huyó con otro hombre, y se llevó mi automóvil". "¡Qué barbaridad! -se consterna el amigo-. ¡Y lo acababas de comprar!"... FIN.
