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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El golfista llegó al hoyo 19, y quienes estaban ahí se sorprendieron al ver que traía el pantalón todo mojado en la región de la entrepierna. Le pregunta uno: "¿Qué te sucedió?". Responde el golfista: "Hoy es el primer día que uso lentes bifocales. Cuando empecé a jugar vi dos pelotas, una grande y una pequeña; y dos bastones, uno pequeño y otro grande. Le pegué a la pelota pequeña con el bastón grande, y aquel fue un golpe sensacional que me puso a tres yardas del hoyo. Al hacer el putt vi dos hoyos, uno grande y uno pequeño; y dos pelotas, una pequeña y otra grande. Dirigí la pelota pequeña al hoyo grande, y la metí sin dificultad. En eso sentí ganas de hacer pipí. Fui atrás de un árbol, me bajé el zipper, y vi una pequeña y una grande. Supe que la grande no era mía, y la volví a guardar. Eso explica por qué traigo mojado el pantalón"... Sin pena ni gloria, y con menos gloria que pena, pasó el septuagésimo aniversario del PAN. La celebración en la Ciudad de México fue desangelada, como de cumplimiento -cumplo y miento-, y no se acompañó con festejos locales que señalaran el orgullo de los panistas por pertenecer a ese partido. Tampoco recibieron homenaje digno sus fundadores, ni los antiguos militantes que lucharon con denuedo en los tiempos de dificultad por mantener contra todos los vientos y todas las tempestades los principios de Acción Nacional. Y es que el PAN ya no es lo que en su origen fue. Es cierto: el cambio de los tiempos debe traer cambios en los procedimientos y las tácticas; pero no ha de alterar las raíces, ni hacer que desaparezcan las ideas fundamentales -las ideas fundacionales- y el basamento axiológico de la institución. Suele decirse que en política el triunfo es como el bautismo: borra todos los pecados. Contrariamente a eso, las victorias llevaron al PAN a adquirir los mismos vicios que tanto criticaba en su adversario principal, el PRI. Sus entendimientos con el poder establecido -las famosas "concertacesiones"- lo hicieron entrar en connivencia, si no en complicidad, con aquellos a quienes antes combatía con entereza y con razón. A algunos partidos los debilita la derrota; al PAN lo debilitaron sus victorias. El triunfo espléndido que obtuvo con Vicente Fox se fue por el resumidero, y la actual administración ha sido tal que ya todos auguran el regreso del PRI a la Presidencia. No se oyó, pues, en la celebración de este importante aniversario un "¡Aleluya!". Se escuchó un pesaroso "Mea culpa". Desde luego yo no soy quién para orientar al PAN -mi tarea es orientar a la República-, pero creo que sus actuales dirigentes deberían retomar el sólido bagaje doctrinario dejado por los fundadores del partido y por sus grandes luchadores, aquellos que pensaban menos en la próxima elección que en la próxima generación, aquellos que hicieron de su labor política una "brega de eternidades", en vez de convertirla en una búsqueda de chambas. (¡Bófonos!)... El viejecito y la ancianita, esposos que habían celebrado ya sus bodas de oro, estaban en sus respectivas mecedoras. De pronto la viejecita se levanta, va hacia el ancianito y le da un fuerte manazo en la cabeza. Pregunta el viejecito, dolorido: "¿Por qué fue eso?". Replica la ancianita volviendo a su mecedora: "Por los 50 años de mal sexo que me diste". Pasan unos minutos, y de repente el ancianito se levanta de su mecedora, va hacia la ancianita y le asesta un mamporro tremebundo, más contundente y recio aún que el que ella le había propinado a él. Aturrullada por el testarazo, la viejecita apenas acierta a preguntar: "¿Por qué fue eso?". Responde el ancianito, terminante: "Por conocer la diferencia"... FIN.

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