Le dice una chica a otra: "¡Mira qué silueta tiene ese muchacho!". Replica la otra bajando la voz: "No es la silueta. Es el llavero que lleva en el bolsillo del pantalón"... En el Festival Bach el famoso organista y la célebre organista armonizaron mucho. Entregados estaban a su amoroso contrapunto en el cuarto de hotel de ella cuando se oyeron pasos en el corredor. "¡Mi marido! -exclama la organista corriendo a abrir la ventana de la habitación-. ¡Rápido! ¡Termina la Tocata y emprende la Fuga!''... Don Poseidón, granjero acomodado, asistió en la ciudad al recital de una soprano de enorme pechonalidad. Al terminar la función le pregunta un entendido: "¿Qué le pareció, don Poseidón, el repertorio de la cantante?". "Como p'acabarme de criar -responde el vejancón-. Lo que no me gustó fueron las canciones"... El padre Arsilio le pregunta a una de sus feligresas: "¿Amas a tu prójimo?". "A varios, padre -contesta ella-. Al que no aguanto es a mi esposo"... Se iba a elegir al nuevo líder del sindicato de albañiles. "¡Me opongo a la designación de Wilderio! -protesta un trabajador-. ¡Es pederasta!". "¡Ay, sí, pederasta! -se indigna el otro-. ¡Y a poco tú sí tienes coche!"... El joven ballenato le pregunta a un amigo: "Oye: ¿las ballenas tienen una especie de tubito que les sale del lomo hasta la superficie?". "No -responde con extrañeza el amigo-. No tienen ese tubito". "¡Qué barbaridad! -exclama consternado el joven ballenato-. ¡Entonces me follé a un submarino!"... "Señor -le dice la directora del colegio de monjas al papá de la muchacha-. Siento mucho informarle que sorprendimos a su hija en ayuntamiento fornicario con un varón". "¡Qué susto me dio, madre! -exclama con alivio el genitor-. Yo pensé que la había pescado usted haciendo cosas malas con un hombre. Pero mientras sean cosas de política..."... Llegó el barco a una isla desierta, y el capitán encontró ahí a unos náufragos -un hombre y una mujer jóvenes- que estaban al pie de una palmera en cuyo tronco había 10 marcas hechas con navaja. "Caray! -exclama compadecido el capitán-. ¿Ya tienen aquí 10 meses?". "Las marcas no se refieren al tiempo, capitán-. -le aclara ruborosa la muchacha-. Llegamos apenas ayer".... El señor llegó a su casa inesperadamente. Su esposa no estaba ahí, y la joven y apetecible criadita andaba haciendo su quehacer cubierta sólo por una batita mínima y traslúcida que dejaba ver todos sus ubérrimos encantos. "¡Mary Thorn! -la reprende el señor-. ¿Cómo te atreves a andar así en la sala! ¡Te me vas inmediatamente a mi recámara!''... Don Martiriano llegó esa noche a su domicilio agobiado por el temor de que Jodoncia, su fiera y grande esposa, le demandara el cumplimiento del débito conyugal. Doña Jodoncia era más fea que un coche por abajo, pero tenía temperamento rijoso y pasional, y hacía objeto a su marido de continuas solicitaciones amorosas. El pobre de don Martiriano pasaba apuros para hacer frente al desaforado erotismo de su media naranja -más bien cantaloupe- de modo que entró en la alcoba temeroso de hallar a su robusta mujer en trance de exigirle lo que sólo de grado se puede otorgar bien. Pero ¡oh sorpresa! A nadie le falta Dios, y su misericordia es infinita. Halló sobre la almohada un recado en el cual su esposa le comunicaba que su señora madre -la de ella- se había indispuesto, y tenía que cuidarla aquella noche. El suspiro de alivio que exhaló don Martiriano hizo que las cortinas de toda la casa se agitaran como movidas por el austro, ese fuerte viento que sopla por el sur. Así, ya tranquilo y confortado, el pobre señor fue al baño a desahogar una necesidad menor. Ahí empezó a batallar, pues no encontraba lo que necesitaba para cumplir el trámite que lo llevó ahí. "No te escondas, linda -dice don Martiriano hablando con ternura-. Ella no está en la casa"... FIN.
