Doña Pomponona y su marido cumplieron 50 años de casados. Ella propuso que fueran a una segunda luna de miel. "Iremos a la misma playa -le dijo a su marido-. Llegaremos al mismo hotel. Pediremos la misma habitación. Todo será igual que la primera noche". "Muy bien -acepta el señor-. Sólo que esta vez yo seré quien diga: '¡Caramba! ¡Qué grande es!"... Tessagy Agetro, filósofo moderno, afirma que hay una diferencia esencial entre el hombre y la mujer: "La mujer quiere encontrar un único hombre que satisfaga sus muchas necesidades. El hombre quiere encontrar muchas mujeres que satisfagan su única necesidad"... En un club de golf se leía el siguiente instructivo para los golfistas: "Colóquese a la distancia adecuada. Flexione un poco las rodillas, y separe los pies para obtener el equilibrio necesario. Mantenga siempre la cabeza abajo. No se distraiga: concéntrese en lo que está haciendo. Procure no tardar mucho, por respeto a los demás jugadores. Una vez que termine de hacer del uno, lávese las manos"... La amable monjita iba en el jet al lado de un hombre joven, y se dirigió a él con ánimo de entablar conversación. "Vas muy callado, hijo -le dijo con una sonrisa cordial-. ¿Se puede saber qué estás pensando?". Responde el tipo: "¿Sabe usted de mujeres, de automóviles, de vino o de futbol?". "No -contesta desconcertada la monjita-. No sé de nada de eso". Concluye el individuo: "Entonces no tiene caso que le diga en qué estoy pensando"... Una muchacha recorría la sección de tarjetas de la tienda. Estaban las que decían: "Feliz cumpleaños"; las que deseaban: "Que te mejores pronto", y las que congratulaban a alguien por su graduación, su matrimonio o su primer hijo. Pero la chica no veía la que necesitaba. Acude el encargado y le pregunta: "¿Busca alguna tarjeta en especial, señorita?". "Sí -responde la muchacha-. Quiero una que diga: 'Perdóname por haber soltado la carcajada cuando te vi sin ropa"... El jefe de recursos humanos (de reclusos humanos, en algunas empresas) le aplicó a Rosibel un examen, pues la pizpireta muchacha aspiraba a ocupar el puesto de secretaria de don Algón. "Vamos a ver -dice el pomposo examinador-. Estás a la orilla de una carretera. La noche es muy oscura. De pronto ves venir dos luces a lo lejos. ¿Qué piensas que son?". Contesta Rosibel: "Pienso que posiblemente sean los faros de un automóvil". Replica con desdén el hombre: "Eso es obvio. Pero, dime: ¿qué marca de automóvil es? ¿Ford? ¿Chevrolet? ¿Chrysler?". Responde la muchacha: "Con sólo ver las luces no lo podría decir". "Muy bien -prosigue el examinador-. Ahora ves que viene por la carretera una sola luz. ¿Qué piensas que es?". Indica Rosibel: "Pienso que posiblemente sea una motocicleta". "Eso también es obvio -se exaspera el jactancioso tipo-. Pero, dime: ¿qué marca de motocicleta es? ¿Honda? ¿Harley Davidson? ¿BMW?". Reconoce la muchacha: "Tampoco puedo determinar eso si lo único que veo a lo lejos es la luz de la motocicleta". Le informa el examinador: "Entonces estás reprobada, y no te daré el puesto. Te falta capacidad de respuesta; no muestras ninguna imaginación. Puedes retirarte". Le dice Rosibel: "Antes de irme ¿puedo hacerte una pregunta como las que me hiciste tú?". "Vamos a ver" -se amosca el individuo. Empieza ella: "Pasas por una esquina. Es de noche, y miras recargada en el poste a una mujer muy maquillada. Lleva una blusa escotada; una provocativa minifalda; trae medias de malla; zapatos de tacón muy alto atados con cintas a las piernas; usa bolsa de lentejuela, y masca chicle. ¿Qué piensas que es?". Contesta sin vacilar el tipo: "Pienso que es una prostituta". "Eso es obvio -replica Rosibel-. Pero, dime: ¿es tu mamá, tu hermana o tu abuela?"... FIN.