Aquellos novios iban ya a casarse. La inminencia de los desposorios hizo que él se animara a pedirle tímidamente a su prometida que le entregara ya lo que al fin y al cabo a los pocos días le iba a dar. "Oh no -respondió ella, pudorosa-. Esperemos a que nuestro amor sea consagrado por Dios y por los hombres. Además siempre que hago eso me duele la cabeza, y no traigo aspirinas"... En el bar dos amigos entraron en confidencias sobre su vida conyugal. Dice uno: "Mi esposa me sugirió una nueva forma de gozar de nuestra intimidad. Ella se para de manos sobre el lecho, y en tal postura yo le hago el amor". Pregunta el otro: "Y ¿cuánto dura contigo en esa posición? Porque conmigo luego luego se cansa"... He aquí una duda filosófica: Si un hombre dice algo, y no hay cerca ninguna mujer, ¿aun así está equivocado?... Le preguntaron a Babalucas: "¿Tienes biblioteca en tu casa?". "Tenía -responde el badulaque-, pero ya no. Alguien se robó el libro"... Un misionero fue enviado a lo más profundo de la jungla africana a predicar a los salvajes la palabra de Dios. En los términos de su encomienda el misionero les habló del infierno y la condenación. Los pecados de la carne, les dijo, los llevaría irremisiblemente a las eternas llamas. Un día nació en la tribu un niño blanco. El esposo de la mujer le reclamó al misionero aquella irregularidad. "Estás equivocado, hijo -replicó él-. Ese niño es albino. Mira: todas tus cabras son blancas, pero entre ellas hay una negra. Son cosas de la naturaleza". "Está bien -cedió mohíno el hombre-. Tú no decir nada de la cabra negra, y yo no decir nada del niño blanco"... Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), cuyo aniversario no celebramos por estos días, fue un personaje singular. Yo tengo para mí que estaba un poco chiflado. Huérfano a muy temprana edad, desde los 14 años vivió una vida errante y vagabunda. Calvinista, se convirtió al catolicismo, y al mismo tiempo empezó a vivir con Madame Warens, una mujer bastante pública a quien privatizó por algún tiempo. Después, con otra amante, fue padre de cinco hijos bastante ilegítimos, a los que luego envió a un orfanato. Escribió libros sobre esto, sobre aquello y sobre lo de más allá. Se le considera el padre del romanticismo. (Ya dije que estaba un poco loco). Predicó el regreso a la naturaleza. Por su influjo María Antonieta y sus damas se disfrazaban de campesinas, e iban a granjas de mentiras que les hacían los arquitectos de la corte a ordeñar vaquitas previamente bañadas y perfumadas. ("-A ésta no le sale nada". "-Su Majestad, es que ése es el toro"). La mayor parte de las ideas de Rousseau son lo que hoy llamaríamos "jaladas", peregrinas tesis de imposible realización. Y sin embargo su fama permanece. Las nuevas generaciones no lo leen casi en la misma medida en que no leen a Shakespeare o a Cervantes. Hoy lo recuerdo por aquella prédica suya de la vuelta a la naturaleza. Nos hemos apartado de ella en tal manera que por acción del hombre el clima del planeta se ha alterado. Eso es mucho decir, pues hay bastante clima. El salvaje inocente que describió Jean Jacques se ha convertido en un salvaje a secas, que destruye su entorno y a sí mismo por tanto se destruye. Yo exhorto a la humanidad a comportarse. En nuestro país la ignorancia de los pobres y la ambición de los ricos se combinan para destruir nuestras riquezas naturales. Selvas, bosques y manglares son arrasados en modo criminal; ríos, lagos y lagunas se convierten en cauces o depósitos de toda suerte de inmundicias; se acaban los hermosos arrecifes; el aire en las ciudades ya no se puede respirar. ¡Dios mío! ¿Jamás dejará de haber motivos para encaboronarme? Le pido a la República que vuelva a la naturaleza, como quería Rousseau. Si no, en su salud lo hallará... FIN.