Jactancio presumió en el bar: "Anoche volví loca en la cama a Dulciflor. En el momento del orgasmo empezó a gritar: '¡Dios mío! ¡Dios mío!'". Le dice uno: "Muchas mujeres gritan: '¡Dios mío!' en ese momento". "Sí -concede Jactancio-. Pero ella es atea"... Alguien le preguntó a la esposa del ricacho: "¿Te enamoraste de tu marido a primera vista?". "A segunda -reconoce ella-. A primera vista no me fijé que tenía dinero"... La señorita Peripalda le pidió a Pepito: "Di los diez mandamientos, en cualquier orden". Responde Pepito: "1, 4, 6, 5, 7, 10, 2, 9, 8 y 3"... Don Cornulio llegó a su casa, y halló a su mujer en el lecho conyugal con un sujeto. "¿Qué es esto?" -preguntó alterado. "¡Qué es esto; qué es esto! -lo imita, burlona, su mujer-. ¿Pues no presumes de saber tanto de sexo?"... La chica en edad de merecer le dice muy contenta a su mamá: "Un muchacho me propuso matrimonio, mami. En el modo de ser se parece mucho a mi papá". Responde la señora: "Ni modo, hijita; de cualquier modo acéptalo"... Un viajero le preguntó a Babalucas: "¿Cuál es la tasa de muertes en este pueblo?". Contesta el badulaque: "La misma que en todas partes: una por persona"... Rosibel le confió a una amiga: "Ya no estoy saliendo con don Algón. Cambiaron mis sentimientos hacia él". Le dice la amiga: "Sin embargo veo que todavía llevas el anillo de brillantes que te regaló". Explica Rosibel: "Mis sentimientos hacia el anillo no han cambiado"... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, llegó a la casa de Himenia Camafría, añosa célibe, como ella, y le contó: "Venía yo por un oscuro callejón. De pronto me salió al paso un individuo, y echándome por tierra sació en mí sus más bajos instintos de lujuria, libídine y lubricidad. Quiero que me acompañes a la policía a denunciar al infame que abusó de mí". "Está bien -acepta Himenia-, pero primero chupa el jugo de este limón". Pregunta la señorita Sinpitier: "¿Para que se me quite el susto?". "No -responde Camafría-. Para que se te quite esa sonrisota que traes en la cara. Si llegas con ella ante la policía no te van a creer lo del abuso"... El turista se disponía a nadar en el mar. Antes de hacerlo le preguntó al salvavidas: "¿Hay tiburones en esta playa?". "Sí los hay, señor -responde el individuo-; pero tenemos esta crema que puede usted aplicarse en los brazos y las piernas". Inquiere, receloso, el visitante: "Y con esa crema ¿los tiburones no me atacarán?". "Sí lo atacarán -contesta el otro-, pero la pierna o el brazo les va a saber muy feo"... Decía un individuo: "Tengo una esposa maravillosa. Es guapa, inteligente, de agradable trato. Viste muy bien, y se desviste mejor. En la cama es extraordinaria. Pero hay un problema". "¿Qué problema es ése?" -quiere saber alguien. Responde el tipo: "Su marido está empezando a sospechar"... La señora le recuerda a su esposo: "El próximo viernes cumplimos 25 años de casados. ¿Cómo lo celebraremos?". Sugiere él: "¿Qué te parecería un minuto de silencio?"... La cirquera, indignada, le reclama a su marido: "Primero tuviste una aventura con la trapecista. Después te enredaste con la alambrista. Ahora te encuentro con La Mujer Serpiente". "¿Lo ves? -se defiende el cirquero-. ¡Ya le voy bajando!"... El padre Arsilio terminó la misa, y a modo de despedida dijo a sus feligreses: "No olviden el número de pecados capitales que hay: son siete, uno por cada día de la semana. Que tengan una feliz semana"... Le cuenta un tipo a su amigo: "La otra noche llegué a mi casa, y mi mujer estaba en la puerta luciendo un vaporoso negligé que dejaba verlo todo". "¡Fantástico!" -exclama el amigo. "Ni tanto -dice el otro, mohíno-. Ella también estaba llegando a la casa"... FIN.
